Página 259 - La Temperancia (1976)

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Mediante la voz—una parte de nuestro mensaje evangélico
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produjeron cambios extraordinarios. Muchos reciben así la luz, al
paso que otros la rechazan, para su propia pérdida eterna. Esta obra
cuesta tiempo y esfuerzo agotador, y causa mucha angustia de alma
el ver a tantos oír y entender, pero, por causa de la cruz, negarse a
aceptar a Jesucristo.—
Manuscrito 52, 1900
.
Trabajo personal por los intemperantes
—Trabajad por el in-
temperante y el adicto al tabaco, diciéndoles que ningún beodo
heredará el reino de Dios, y que “no entrará en ella ninguna cosa
inmunda”. Mostradles el bien que podrían hacer con el dinero que
ahora gastan en lo que no les hace más que daño.—
Medical Ministry,
268
.
Trabajad, orad, levantad
—Las infelices víctimas de la intem-
perancia tal vez rehúsen aprovecharse de la oportunidad de recuperar
su virilidad rompiendo su relación con Satanás. ¿Es menor vuestro
deber de luchar para despertar el alma muerta en transgresiones y
pecados, haciendo todo lo que el esfuerzo humano pueda hacer?
Jesús obrará milagros maravillosos si los hombres hacen la parte que
Dios les ha confiado. Con su propia fuerza el hombre nunca puede
rescatar almas de las garras de Satanás. Esa restauración solamente
puede cumplirse mediante la unión con Cristo. El hombre debe obrar,
debe orar, debe levantar con su esfuerzo humano al desanimado y
desesperanzado, mientras se aferra del brazo del Todopoderoso y
lucha, como Jacob, por la victoria. Su clamor debe ser: No te dejaré,
si no me bendices.—
Manuscrito 87, 1898
.
Por qué es vital el mensaje de temperancia
—El cristiano será
temperante en todas las cosas—en la comida, en la bebida, en el ves-
tido y en todo aspecto de la vida. “Todo aquel que lucha, de todo se
abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero
nosotros, una incorruptible”. No tenemos derecho a la complacencia
en nada que lleve a una condición mental que impida al Espíritu de
Dios impresionarnos con el sentido de nuestro deber. Una de las
obras maestras de la habilidad satánica es colocar a los hombres
donde con dificultad puedan ser alcanzados por el Evangelio.—
The
Review and Herald, 29 de agosto de 1907
.
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Los laicos llamados a la obra pública de la temperancia
Una iglesia que trabaja es una iglesia viva. Miembros de la iglesia,
haced que la luz brille. Que se oigan vuestras voces en humilde
oración, en testimonios contra la intemperancia, la necedad y las