Página 284 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
y fueron muertos por el juicio divino. Mediante Moisés, el Señor
prohibió expresamente el consumo de vino u otras bebidas alcohó-
licas a los que debían ministrar en las cosas santas, a fin de que
pudieran “discernir entre lo santo y lo profano” y pudieran “enseñar
... todos los estatutos que Jehová les ha dicho”. El efecto de las bebi-
das embriagantes es debilitar el cuerpo, confundir la mente y rebajar
la conducta. Todos los que ocupaban puestos de responsabilidad ha-
bían de ser hombres estrictamente temperantes a fin de que su mente
fuera clara para discriminar entre lo correcto y lo erróneo, para que
poseyeran firmeza de principios y sabiduría para administrar justicia
y mostrar misericordia.
Esta orden directa y solemne había de extenderse de generación a
generación hasta el fin del tiempo. En nuestras asambleas legislativas
y tribunales de justicia, no menos que en nuestras escuelas e iglesias,
se necesitan hombres de principios; hombres de dominio propio, de
aguda percepción y sano juicio. Si la intemperancia ha nublado la
mente o rebajado los principios, ¿cómo puede dictaminar el juez
una decisión justa? Se ha incapacitado para pesar las evidencias
u ocuparse de una investigación crítica; no tiene poder moral para
elevarse por encima de los motivos egoístas o de la influencia de la
parcialidad o el prejuicio. Y debido a esto, una vida humana puede
ser sacrificada, o un inocente despojado de su libertad o de una buena
fama que es más apreciada que la vida misma. Dios ha prohibido que
aquellos a quienes ha confiado responsabilidades sagradas, como
maestros o dirigentes del pueblo, se incapaciten así para los deberes
de su alto puesto.
Instrucciones a Manoa y Zacarías
—Hay una lección para los
padres en las instrucciones dadas a la esposa de Manoa y a Zacarías,
el padre de Juan el Bautista. El ángel del Señor presentó las nuevas
de que Manoa se convertiría en el padre de un hijo que había de
liberar a Israel; y en respuesta a la ansiosa pregunta: “¿Cómo debe
ser la manera de vivir del niño, y qué debemos hacer con él?” el
ángel dio instrucciones especiales para la madre: “No beberá vino ni
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sidra, y no comerá cosa inmunda; guardará todo lo que le mandé”.
El niño será afectado, para bien o para mal por los hábitos de la
madre. Ella misma debe ser gobernada por principios, y debe practi-
car la temperancia, moderación y abnegación, si quiere procurar el
bienestar de su hijo.