Página 285 - La Temperancia (1976)

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En cristianía (actual Oslo), Noruega—1886
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Y los padres, tanto como las madres, están incluidos en esta
responsabilidad. Ambos padres transmiten a sus hijos sus caracterís-
ticas propias, mentales y físicas, sus inclinaciones y apetitos. Como
resultado de la intemperancia paternal, con frecuencia les falta a los
hijos vigor físico y poder mental y moral. Los que beben licores y
son aficionados al tabaco, transmiten su propio apetito insaciable,
su sangre enardecida y sus nervios irritados, como un legado para
sus descendientes. Y los hijos tienen menos poder para resistir la
tentación que el que tuvieron sus padres, cada generación se hunde
más que la precedente.
La pregunta de cada padre y madre debiera ser: “¿Qué haremos
con el hijo que pronto nos nacerá?” Muchos están inclinados a tratar
livianamente este tema; pero el hecho de que un ángel del cielo fuera
enviado a esos padres hebreos, con instrucciones dadas dos veces
en la forma más explícita y solemne, muestra que Dios lo considera
como algo de gran importancia.
Cuando el ángel Gabriel apareció a Zacarías, prediciendo el na-
cimiento de Juan el bautista, éste fue el mensaje que dio: “Será
grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del
Espíritu Santo”. Dios tenía una obra importante para que hiciera
el prometido hijo de Zacarías; una obra que requería pensamiento
activo y acción vigorosa. Debía tener una constitución física sana y
vigor mental y moral y a fin de lograr para él esas cualidades nece-
sarias, sus hábitos fueron cuidadosamente regulados, aun desde la
infancia. Con frecuencia se dan en la niñez y en la primera juventud
los primeros pasos en la intemperancia. Por lo tanto, debe recurrirse
a los más fervientes esfuerzos para instruir a los padres en cuanto a
su responsabilidad. Los que colocan en sus mesas vino y cerveza,
están fomentando en sus hijos un apetito por las bebidas fuertes.
Instamos a que los principios de temperancia se practiquen en todos
los detalles de la vida hogareña; que el ejemplo de los padres sea
una lección de temperancia; que se enseñen moderación y dominio
propio a los hijos y que se los presente a ellos con convicción, hasta
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donde sea posible, aun desde la infancia.
La juventud es un indicio de la sociedad futura
—El futuro
de la sociedad está indicado por la juventud de hoy. En los jóvenes
vemos a los futuros maestros, legisladores y jueces, los dirigentes y
el pueblo que determinarán el carácter y el destino de la nación. Por