Un discurso sobre temperancia—1891
287
en terreno ventajoso, donde, por los méritos de la sangre de Cristo,
puede resistir a los poderes de las tinieblas y vencer por sí mismo.
Después de ese largo ayuno, Cristo estaba hambriento, y en su
debilidad Satanás lo asaltó con las fieras tentaciones. El diablo le
dijo: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en
pan”. Satanás pretendió ser el mensajero de Dios, aduciendo que
Dios había visto la disposición del Salvador para colocar sus pies
en el sendero de la abnegación, y que no se requería que sufriera
más humillaciones y dolor sino que podía ser liberado del terrible
conflicto que estaba delante de él como Redentor del mundo. Trató
de persuadirlo que Dios tan sólo quería probar su fidelidad, que
ahora su lealtad se había manifestado plenamente, y que estaba en
libertad de usar su poder divino para aliviar sus propias necesidades.
Pero Cristo advirtió la tentación y declaró: “Escrito está: No sólo
de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios”.
[245]
Cuando seáis tentados a una ilícita complacencia del apetito,
debéis recordar el ejemplo de Cristo y debéis manteneros firmes
venciendo como venció Cristo. Debéis responder diciendo: “Así
dice Jehová”, y en esa forma definir la cuestión para siempre con
el príncipe de las tinieblas. Si parlamentáis con la tentación y usáis
vuestras propias palabras, sintiendo suficiencia propia, estando llenos
de arrogancia, seréis vencidos. Las armas que usó Cristo fueron las
palabras de Dios: “Escrito está”; y si esgrimís la espada del Espíritu,
también podréis salir victoriosos por los méritos de vuestro Redentor.
Satanás tiene más éxito con el hombre
—Las tres principales
tentaciones con las cuales es acosado el hombre fueron soporta-
das por el Hijo de Dios. Rehusó rendirse al enemigo en cuanto al
apetito, la ambición y el amor del mundo. Pero Satanás tiene más
éxito cuando asalta el corazón humano. Induciendo a los hombres a
rendirse a sus tentaciones, puede dominarlos. Y no hay otra clase
de tentaciones en las que tenga mayor éxito que mediante las que se
refieren al apetito. Si puede controlar el apetito, puede controlar a
todo el hombre.
No hay sino dos poderes que dominan la mente de los hombres:
el poder de Dios y el poder de Satanás. Cristo es el Creador y Re-
dentor del hombre; Satanás es el enemigo y destructor del hombre.
El que se ha entregado a Dios, se vigorizará para la gloria de Dios,