Un discurso sobre temperancia—1891
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en el punto del apetito. Satanás abandonó el campo como un enemigo
vencido y nadie está eximido de entrar en la batalla del lado del
Señor, pues no hay razón para que no podamos ser vencedores si
confiamos en Cristo. “Al que venciere, le daré que se siente conmigo
en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre
en su trono”.
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Mediante los méritos de Cristo, hemos de ser purificados, refi-
nados, redimidos y se nos dará un lugar con Cristo en su trono. ¿Se
podría conferir al hombre un honor mayor que éste? ¿Podríamos
aspirar a algo mayor? Si somos vencedores, Cristo declara: “No bo-
rraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante
de mi Padre, y delante de sus ángeles”.—
The Signs of the Times,
22, 29, 29 de junio y 6 de Julio de 1891
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