Página 298 - La Temperancia (1976)

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Capítulo 3—En Sydney, Australia—1893
“Como fue en los días de Noé, así también será en los días
del Hijo del hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en
casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el
diluvio y los destruyó a todos. Asimismo como sucedió en los días
de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban;
mas el día en que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y
azufre y los destruyó a todos. Así será el día en que el Hijo del
hombre se manifieste”.
Lucas 17:26-30
. Ahora bien sabemos que la
intemperancia está por doquiera en nuestro mundo. No es pecado
comer y beber para sostenernos físicamente y en hacer lo que es
para nuestro bien espiritual. Pero cuando dejamos la eternidad fuera
de nuestro cómputo y llevamos al exceso esas cosas necesarias,
entonces es cuando surge el pecado. Vemos por doquiera tal crimen
tal iniquidad. ¿No es tiempo de que comencemos a estudiar por
nosotros mismos? Tenemos almas que ganar o que perder. Dios creó
a nuestros primeros padres y los colocó en el paraíso. Dios formuló
una sola restricción: “Del fruto del árbol que está en medio del huerto
dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis”.
Perderían su derecho a la vida si no obedecían la restricción.
Satanás es representado por la serpiente. El tentador está por
doquiera, en todos lados, y cuando Dios prohíbe algo ¿cuál es el
resultado? En muchos casos, en lugar de obedecer la voz de admo-
nición, escuchan al tentador. Y en lugar de todas las atracciones que
presenta Satanás, cosechan dolores y desgracia. A Adán y a Eva se
les dio todo lo que requerían sus necesidades, pero escucharon al
tentador y desobedecieron a Dios.
Cuando Dios vino a preguntarle a Adán, él echó toda la culpa
a Eva. Dios dijo: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre
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tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le
herirás en el calcañar”. El enemigo no puede tocaros, a menos que
se lo permitáis. Pero aquí está la enemistad que Dios pone contra la
serpiente. No hay enemistad entre los hombres malos y los ángeles,
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