En Sydney, Australia—1893
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sino que hay enemistad entre los que sirven al Señor y las huestes
de las tinieblas.
Una cuestión tremendamente importante
—La cuestión de la
temperancia es de tremenda importancia para cada uno de nosotros.
Es muy abarcante. He hablado 21 veces seguidas sobre este tema
y tan sólo lo he tocado. Pero aquí debemos incluir sólo unas pocas
ideas. Cuando este primer sermón evangélico fue presentado en el
Edén por Dios mismo, fue una estrella de esperanza que iluminó el
oscuro y triste futuro. La pareja del Edén no iba a quedar abandonada
a una ruina sin esperanza.
Cuando Cristo vino a nuestro mundo como un nene en Belén, los
ángeles cantaron: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz,
buena voluntad para con los hombres!” “El ángel les dijo: No temáis
porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el
pueblo: que os ha nacido hoy en la ciudad de David, un Salvador,
que es Cristo el Señor”.
Satanás con toda su sinagoga—pues Satanás pretende ser
religioso—determinó que Cristo no llevaría a cabo los consejos
del cielo. Después de que Cristo fue bautizado, se arrodilló en la
ribera del Jordán; y nunca antes el cielo había escuchado una ora-
ción tal como la que salió de sus divinos labios. Cristo tomó nuestra
naturaleza sobre sí. La gloria de Dios, en la forma de una paloma de
oro bruñido, descansó sobre él, y de la gloria infinita se oyeron estas
palabras: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”.
La raza humana está ceñida por el brazo humano de Cristo, mientras
con su brazo divino se aferra del trono del Infinito. La oración de
Cristo se abrió paso por la oscuridad y penetró donde está Dios. Eso
significa que el cielo está abierto delante de cada uno de nosotros.
Significa que las puertas están de par en par, que se imparte la gloria
al Hijo de Dios y a todos los que creen en su nombre. Nuestra pe-
tición será oída en el cielo, así como Dios respondió la oración de
nuestro Sustituto y Garantía, el Hijo del Dios infinito.
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Cristo probado en las tres tentaciones resaltantes
—Cristo
entró en el desierto, con el Espíritu de Dios sobre él, para ser tentado
por el diablo. El enemigo había de tentar al Hijo de Dios. Cristo fue
tentado en las tres tentaciones principales con las cuales es acosado
el hombre.