Capítulo 4—Una causa de accidentes
El bebedor bajo el dominio de Satanás
—Los hombres que
usan el licor se convierten voluntariamente en esclavos de Satanás.
Satanás tienta a aquellos que ocupan cargos de responsabilidad en
ferrocarriles, en barcos, los que tienen a su cargo lanchas o vehículos
cargados de gente que acude en masa a lugares de diversión idólatra
para complacer su apetito pervertido y así olvidar a Dios y sus
leyes. Ofrece sumas tentadoras para sobornarlos y seducirlos para
que, complaciendo hábitos y apetitos equivocados, se coloquen a
sí mismos donde él puede dominar su razón, como un trabajador
maneja su instrumento. Entonces trabaja para destruir a los amadores
del placer.
Así los hombres cooperan con Satanás como sus agentes, sus ins-
trumentos. No pueden ver qué están haciendo. Se hacen las señales
en forma incorrecta, y se provocan colisiones entre los vehículos. De
ahí viene el horror, la mutilación y la muerte. Este estado de cosas
se verá cada vez más. Los diarios darán cuenta de muchos terribles
accidentes. Sin embargo las tabernas seguirán siendo una tentación.
Todavía se venderán bebidas a las pobres almas tentadas que han
perdido el poder de erguirse y decir: “Yo soy un hombre”, sino que
por sus actos dicen: “No tengo dominio propio. No puedo resistir la
tentación”. Todos los tales han cortado su relación con Dios y son
los juguetes del engaño de Satanás.—
Manuscrito 17, 1898
.
El juicio perjudicado por la bebida
—Los bebedores están ba-
jo la influencia destructora de Satanás. El les presenta sus falsas
ideas, y no puede haber ninguna confianza en su juicio.—
The Re-
view and Herald, 1 de mayo de 1900
.
En un tren, algún empleado pasa por alto una señal, o interpreta
erróneamente una orden. El tren sigue adelante; ocurre un choque, y
se pierden muchas vidas. O un vapor encalla, y tanto los pasajeros
como los tripulantes hallan su tumba en el agua. Procédese a una
investigación y se comprueba que alguien que desempeñaba un
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