Capítulo 5—Un problema de salud pública
Han vendido su fuerza de voluntad
—Hay en el mundo una
multitud de seres humanos degradados los cuales, cediendo en su
juventud a la tentación de usar tabaco y alcohol, envenenaron los
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tejidos del organismo humano y pervirtieron sus facultades raciona-
les hasta el límite donde quiso llevarlos Satanás. La capacidad de
pensar está ofuscada. Las víctimas ceden a la tentación del alcohol
y venden su capacidad de razonar por un vaso de bebida.
Mirad a ese hombre privado de razón. ¿Qué es? Es un esclavo
de la voluntad de Satanás. El archiapóstata lo dota de sus propios
atributos. Es un esclavo del libertinaje y de la violencia. No hay
crimen que no esté dispuesto a cometer, porque ha puesto en su
boca aquello que lo embriaga y hace de él, mientras esté bajo su
influencia, un demonio.
Mirad a nuestros jóvenes. Escribo ahora acerca de algo que hace
doler mi corazón. Han perdido su fuerza de voluntad. Sus nervios
están debilitados porque su poder se ha agotado. En su semblante no
está el brillo rubicundo de la salud. Se ha ido la mirada vivaz de los
ojos. Se ha perdido su lustre. El vino que han bebido ha debilitado
su memoria. Son como personas de edad avanzada. El cerebro ya no
puede producir sus ricos tesoros cuando es necesario.—
Manuscrito
17, 1898
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Un pecado moral y una enfermedad física
—Entre las vícti-
mas de la intemperancia hay representantes de toda clase social y de
todas las profesiones. Hombres encumbrados, de gran talento y altas
realizaciones, han cedido a sus apetitos hasta que han quedado inca-
paces de resistir a la tentación. Algunos que en otro tiempo poseían
riquezas, han quedado sin familia ni amigos, víctimas de padeci-
mientos, miseria, enfermedad y degradación. Perdieron el dominio
de sí mismos. Si nadie les tiende una mano de auxilio, se hundirán
cada vez más. En ellos el exceso no es tan sólo pecado moral, sino
enfermedad física.—
El Ministerio de Curación, 127, 128
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