Página 52 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
placencia en aquello que ofusca la mente, ¿es hoy menos peligrosa
que cuando Dios puso restricciones para aquellos que oficiaban en
el culto divino?—
Christian Temperance and Bible Hygiene, 19
.
Cuando los hombres de gobierno traicionan su cometido
Los hombres que hacen las leyes que rigen la vida del pueblo,
debieran más que cualquier otro ser obedientes a las leyes superiores
que son el fundamento de todo gobierno en las naciones y en las
familias. ¡Cuán importante es que los hombres que tienen el poder en
sus manos sientan que ellos mismos están bajo un dominio superior.
Pero nunca lo sentirán así mientras sus mentes estén debilitadas
por la complacencia en drogas y bebidas. Los que tienen el encargo
de hacer y ejecutar las leyes debieran tener todas sus facultades
en condiciones de vigorosa acción. Practicando la temperancia en
todas las cosas, pueden preservar la clara discriminación entre lo
sagrado y lo común, y tener sabiduría para administrar con la justicia
e integridad que Dios exigía al Israel de antaño. ...
Muchos que son elevados a los más altos puestos de confianza
para servir al público son exactamente lo opuesto. Ellos se sirven
a sí mismos, y generalmente hacen uso de drogas, vino y licores.
Abogados, juristas, senadores, jueces y representantes, han olvidado
que el carácter no es el resultado de sus ensueños. Están deteriorando
sus facultades mediante complacencias pecaminosas. Se rebajan de
su elevada posición para corromperse con intemperancia, licencia y
toda forma de mal. Sus facultades prostituidas por el vicio abren el
camino para todo mal. ...
Los intemperantes no debieran ser colocados en posiciones de
confianza por el voto del pueblo. Su influencia corrompe a otros,
y graves responsabilidades están en juego. Con cerebro y nervios
nublados por el tabaco y los estimulantes, ellos hacen una ley de
su propia naturaleza, y cuando se disipa la influencia inmediata
[de los estimulantes o de los licores] se produce un colapso. Con
frecuencia la vida humana se encuentra en la balanza; de la decisión
de los hombres que ocupan esos cargos de confianza dependen la
vida y la libertad, o la prisión y la angustia. Cuán necesario es
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que todos los que tienen parte en esas transacciones sean hombres
probados, hombres de cultura propia, hombres honrados y veraces,
de firme integridad, que desprecien el cohecho, que no permitan
que su juicio o convicciones acerca de lo correcto sean torcidos