Página 84 - La Temperancia (1976)

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La Temperancia
Mediante esta práctica continua de complacencia del apetito, el
vigor natural del organismo queda gradual e imperceptiblemente
lesionado. Si queremos conservar la acción saludable de todas las
facultades del organismo, la naturaleza no debe ser forzada a una
acción antinatural. La naturaleza permanecerá en su puesto del deber,
y hará su labor sabia y eficientemente, si se abandonan los falsos
estimulantes que han sido traídos para tomar su lugar.—
The Review
and Herald, 19 de abril de 1887
.
Pérdida de tiempo por enfermedad
—Muchos que se han acos-
tumbrado al uso de bebidas estimulantes, sufren de dolor de cabeza
y de postración nerviosa, y pierden mucho tiempo por enfermedad.
Creen que no pueden vivir sin los estimulantes, e ignoran su efecto
sobre la salud. Lo que lo hace aún más peligroso es que sus malos
efectos se atribuyen a menudo a otras causas.—
Christian Temperan-
ce and Bible Hygiene, 35
.
Bebidas que forman hábito
—El té y el café no son ni saluda-
bles ni necesarios. No tienen ninguna utilidad en lo que respecta
a la salud del cuerpo. Pero la práctica en el uso de estas cosas se
convierte en un hábito.—
Manuscrito 86, 1897
.
Se produce un deseo antinatural
—El consumo continuo de
estos excitantes de los nervios provoca dolor de cabeza, insomnio,
palpitaciones del corazón, indigestión, temblores y otros muchos
males; porque esos excitantes consumen las fuerzas vitales. Los
nervios cansados necesitan reposo y tranquilidad en vez de estímulo
y recargo de trabajo. La naturaleza necesita tiempo para recuperar
las agotadas energías. Cuando sus fuerzas son aguijoneadas por el
uso de estimulantes uno puede realizar mayor tarea; pero cuando el
organismo queda debilitado por aquel uso constante, se hace más
difícil despertar las energías hasta el punto deseado. Es cada vez más
difícil dominar la demanda de estimulantes hasta que la voluntad
queda vencida y parece que no hay poder para negarse a satisfacer
un deseo tan ardiente y antinatural, que pide estimulantes cada vez
más fuertes, hasta que la naturaleza, exhausta, no puede responder a
su acción.—
El Ministerio de Curación, 251
.
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Preparan el organismo para la enfermedad
—Son estos esti-
mulantes perjudiciales los que están ciertamente minando el cuerpo
y preparando el organismo para las enfermedades agudas, al dañar la
fina maquinaria de la naturaleza y demoliendo sus fortificaciones eri-