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La visita de los magos
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¿Acaso esa estrella era una señal de que había venido el Mesías?
Decidieron seguirla y ver adónde los dirigía. Los guió hasta Judea,
pero, cuando llegaron cerca de Jerusalén, la estrella se empañó tanto
que ya no podían seguirla.
[21]
Suponiendo que los judíos inmediatamente los conducirían al
Salvador, los sabios fueron a Jerusalén y preguntaron: “¿Dónde está
el rey de los judíos, que ha nacido? Pues su estrella hemos visto en
el oriente, y venimos a adorarlo.
“Al oír esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él. Y,
[22]
habiendo convocado a todos los principales sacerdotes y escribas
del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Ellos le res-
pondieron: En Belén de Judea, porque así fue escrito por el profeta”.
Mateo 2:2-5
.
A Herodes no le gustó oír acerca de un rey que algún día tomaría
su trono. Por eso se entrevistó a solas con los sabios y les preguntó
cuándo habían visto la estrella por primera vez. Entonces los envió
a Belén diciendo: “Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño
y, cuando lo halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya a
adorarlo”.
Mateo 2:8
.
Cuando los sabios lo oyeron, continuaron su viaje. “Y la estre-
lla que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que,
llegando, se puso sobre donde estaba el niño”.
Mateo 2:9
.
“Al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre, y
postrándose lo adoraron. Luego, abriendo sus tesoros, le ofrecieron
presentes: oro, incienso y mirra”.
Mateo 2:11
.
Los sabios ofrecieron al Salvador las cosas más preciosas que
poseían. En esto nos dieron un ejemplo. Muchos hacen regalos a
sus amigos, pero no tienen nada para el Amigo celestial, de quien
reciben todas las bendiciones. No tenemos que hacer esto, sino que
debemos llevar a Cristo lo mejor de todo lo que poseemos: nuestro
tiempo, nuestro dinero y nuestro amor.
También hacemos regalos a Jesús cuando damos de nuestros
recursos para consolar a los pobres y para enseñar a la gente acerca
del Salvador. Así podemos ayudar a salvar a aquellos por quienes él
murió. Esos son los dones que Cristo bendice.
[23]