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La Única Esperanza
Jesús crece
Aunque sabía que era el Hijo de Dios, Jesús volvió a Nazaret
con José y María y hasta los 30 años de edad “les estaba sujeto”.
[32]
Lucas 2:51
.
El que había sido el Comandante del cielo era ahora en la tierra
un hijo amante y obediente. Guardaba en su corazón las grandes ver-
dades simbolizadas por el servicio de culto en el templo. Quedó allí
[33]
en Nazaret a la espera del tiempo dispuesto por Dios para comenzar
la obra que le fuera señalada.
Jesús vivía en el hogar de un carpintero; es decir, de un hombre
pobre. Fiel y alegremente hacía su parte para ayudar a sostener la
familia. Tan pronto como tuvo la edad necesaria aprendió el oficio y
trabajaba en el taller de carpintería con José.
Vestido con las rústicas ropas de un trabajador pasaba por las
calles de la pequeña ciudad, yendo y viniendo a su trabajo. No usaba
su poder para que su vida fuese más fácil.
Mientras Jesús trabajaba, tanto en la niñez como en la juventud,
se fortalecía física y mentalmente. Trataba de usar todas sus faculta-
des de tal manera que pudiera conservarlas con salud, con el fin de
hacer mejor su trabajo.
Todo lo hacía bien. Quería ser perfecto, aun en el manejo de las
herramientas. Con su ejemplo nos enseñó que debemos ser labo-
riosos, que debemos realizar las cosas cuidadosamente bien, y que
un trabajo así es honorable. Todos deben hacer algo que resulte de
provecho para sí mismos y para los demás.
Dios nos dio el trabajo como una bendición, y a él le agradan
los niños que realizan con responsabilidad las tareas del hogar y
comparten las cargas del padre y de la madre. Cuando salgan del
hogar, esos niños serán una bendición para los demás.
Los jóvenes que tratan de agradar a Dios en todo lo que hacen,
que hacen lo bueno porque es bueno, serán de utilidad en el mundo.
Al ser fieles en las pequeñas cosas, se están capacitando para los
puestos más elevados.
[34]