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Capítulo 6—Días de conflicto
Los Maestros judíos habían formulado muchas reglas para el
pueblo y le imponían exigencias que Dios no había ordenado. Los
niños también debían conocer y obedecer esos reglamentos. Jesús no
trató de aprender lo que los rabinos enseñaban, pero tuvo cuidado de
no hablar irrespetuosamente de ellos; sólo estudiaba las Escrituras y
obedecía las leyes de Dios.
Muchas veces fue reprendido por no obedecer lo que otros obede-
cían. Entonces mostraba por medio de la Biblia qué era lo correcto.
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Jesús siempre trataba de hacer felices a otros. Debido a que era
tan bondadoso y amable, los rabinos pensaban que conseguirían
que actuara como ellos. Pero no lo lograron. Cuando le exigían que
obedeciera sus leyes, preguntaba qué enseñaba la Biblia, pues sólo
estaba dispuesto a hacer lo que la Palabra de Dios dijera.
Esto enojaba a los rabinos. Sabían que sus enseñanzas eran
contrarias a la Biblia y sin embargo se disgustaban con Jesús porque
rehusaba obedecerles.
Se quejaban de él ante sus padres. José y María pensaban que
los rabinos eran hombres buenos, y Jesús soportaba la culpa, lo cual
era muy difícil.
Los hermanos de Jesús también se ponían de parte de los rabinos
y afirmaban que las palabras de estos maestros, debían ser consi-
deradas como mandamientos de Dios. Reprendían a Jesús por lo
que consideraban una actitud de superioridad ante los dirigentes del
pueblo.
Los rabinos se consideraban mejores que los otros hombres, y no
se relacionaban con el común del pueblo. Despreciaban a los pobres
e ignorantes, y aun a los enfermos y dolientes dejaba sin consuelo y
sin esperanza.
Jesús, por el contrario, manifestaba un interés amoroso por todas
las personas. Trataba de aliviar el sufrimiento de quienes se relacio-
naban con él. No tenía dinero para dar, pero a menudo se privaba
del alimento para ayudar a otros.
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