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La Única Esperanza
Cuando sus hermanos hablaban duramente a los pobres y des-
graciados, Jesús iba a verlos y les hablaba palabras de bondad y
ánimo.
A los que estaban con hambre y sed, les llevaba un vaso de agua
fría y a menudo les daba si propio alimento.
Todo esto desagradaba a sus hermanos, quienes lo amenazaban
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y trataban de atemorizarlo, pero él continuaba haciendo lo que Dios
había dicho.
Muchas fueron las pruebas y tentaciones que Jesús tuvo que
soportar, porque Satanás estaba siempre acechando para vencerlo.
Si Jesús hubiese cometido una equivocación, o pronunciado una
palabra impaciente, no podría haber sido nuestro Salvador y todo el
mundo se habría perdido.
Satanás lo sabía muy bien y por eso trataba insistentemente de
inducirlo a pecar.
Aunque el Salvador siempre estuvo protegido por ángeles celes-
tiales, su vida fue una larga lucha contra los poderes de las tinieblas.
Ninguno de nosotros tendrá jamás que enfrentar tentaciones tan
terribles como las suyas.
Pero para cada tentación él tenía una respuesta: “Escrito está”.
A menudo reprochaba la mala conducta de sus hermanos, y les
declaraba lo que Dios había dicho.
La vida en Nazaret
Nazaret era una ciudad malvada y los niños y jóvenes trataban
de que Jesús los acompañase en sus malos caminos. Como era inte-
ligente y alegre, gustaban de su compañía, pero los firmes principios
que él revelaba despertaban su enojo. Muchas veces lo llamaban
cobarde, cuando rehusaba unirse a ellos en algún acto prohibido.
También se burlaban de él, porque era cuidadoso en las cosas peque-
ñas. A todo esto contestaba: “Escrito está”. “El temor del Señor es
la sabiduría, y el apartarse del mal, la inteligencia”.
Job 28:28
. Amar
el mal es amar la muerte, porque “la paga del pecado es muerte”.
Romanos 6:23
.
Jesús no peleaba por sus derechos. Cuando se lo trataba áspera-
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mente, lo soportaba con paciencia. Debido a que manifestaba tan
buena disposición y nunca se quejaba, muchas veces hacían su traba-