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La tentación
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Llega el tentador
Cuando Satanás se le apareció por primera vez a Cristo, parecía
un ángel de luz y pretendiendo ser un mensajero del cielo.
Le dijo que no era la voluntad de su Padre que soportara ese
sufrimiento, que bastaba que mostrase sólo una disposición a sufrir.
[44]
Cuando Jesús luchaba contra los más agudos tormentos del
hambre, Satanás le dijo:
“Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”.
Mateo 4:3
.
Puesto que el Salvador había venido para ser nuestro ejemplo,
debía soportar el sufrimiento en la misma forma que nosotros; no
debía realizar milagro alguno en beneficio propio. Como todos sus
milagros habían de ser para el bien de otros, le contestó a Satanás:
“Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios”.
Mateo 4:4
.
Así demostró que es mucho más importante obedecer la Palabra
de Dios que satisfacer las necesidades físicas. Los que obedecen la
Palabra de Dios tienen la promesa de que recibirán todo lo necesario
para la vida presente y también tienen la promesa de la vida futura.
Como no pudo vencer a Cristo en la primera gran tentación, lo
llevó más tarde a una de las torres del templo de Jerusalén, y le dijo:
“Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, pues escrito está: ‘A sus
ángeles mandará acerca de ti’ y ‘En sus manos te sostendrán, para
que no tropieces con tu pie en piedra’”.
Mateo 4:6
.
Al citar las escrituras Satanás imitó el ejemplo de Cristo. Pero
esa promesa no es para los que voluntariamente se aventuran en el
peligro. Dios no le había dicho a Jesús que se arrojara del templo, y
él no haría eso para agradar a Satanás. Le dijo:
“Escrito está también: ‘No tentarás al Señor tu Dios’”.
Mateo
4:7
.
[45]
Debemos confiar en el cuidado de nuestro Padre celestial pero
no debemos ir adonde él no nos manda. Tampoco deberíamos hacer
lo que él ha prohibido.
Debido a que Dios es misericordioso y está listo a perdonar, hay
personas que dicen que no entraña peligro desobedecerle. Pero esto
es presunción. Dios perdona a todos los que arrepentidos abandonan
su pecado, pero a los que eligen desobedecerle no los puede bendecir.