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La Única Esperanza
“¡Es culpable y debe morir!”
Al pronunciar Jesús las palabras declarándose el Hijo de Dios,
y Juez del mundo, el sumo sacerdote rasgó su manto, como para
demostrar su horror. Elevó sus manos al cielo y dijo:
“Ha blasfemado: ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? Aho-
ra mismo habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece?”
Los jueces contestaron: “¡Es reo de muerte!”
Mateo 26:65, 66
.
Era contrario a la ley judía someter a juicio a un preso durante la
noche. Aunque la condenación de Cristo había sido resuelta, debía
haber un juicio formal hecho de día.
[107]
Jesús fue llevado a la guardia y allí sufrió las burlas y el escarnio
de los soldados y la chusma.
Al amanecer fue llevado de nuevo ante sus jueces y se pronunció
la sentencia final de condenación.
Una furia satánica tomó entonces posesión de los dirigentes y
del pueblo. El ruido de las voces era como el de bestias salvajes.
Se agolpaban presionando contra Jesús, mientras gritaban: “¡Es
culpable, matadle!”, y si no hubiera sido por los soldados, lo habrían
hecho pedazos. Pero la autoridad romana se interpuso, y por la fuerza
frenó la violencia del populacho.
Los sacerdotes, los gobernantes y la multitud se unieron en los
insultos al Salvador. Le arrojaron unas vestiduras viejas sobre la
cabeza y sus agresores también lo herían en el rostro diciendo:
“Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó”.
Mateo 26:68
.
Cuando se quitó el manto, uno de los que se burlaban lo escupió
en el rostro.
Los ángeles de Dios registraron fielmente cada mirada, cada
palabra y cada acto insultante contra su amado General. Un día
aquellos hombres ruines, que escarnecieron y escupieron el rostro
pálido y sereno de Cristo, lo contemplarán de nuevo, glorioso y más
brillante que el sol.
[108]