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La Única Esperanza
Estas terribles palabras fueron repetidas por los sacerdotes y
también por el pueblo.
Era una tremenda sentencia que pronunciaron sobre sí mismos y
una herencia horrorosa que pasaría a su posteridad.
Estas palabras se cumplieron literalmente en las espantosas es-
cenas de la destrucción de Jerusalén, unos cuarenta años más tarde.
También el desprecio y la opresión de sus descendientes se
cumplieron desde aquel día en la dispersión.
Y volverá a cumplirse cuando se realice el ajuste final de cuentas.
¡Qué distinta será entonces la escena! “Este mismo Jesús” vendrá,
“en llama de fuego, para dar el pago a los que no conocieron a Dios”.
Hechos 1:2
;
2 Tesalonicenses 1:8
.
Entonces rogarán a las rocas y a los montes:
“Caed sobre nosotros, y escondednos de la cara de aquel que
está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero, porque el gran
día de su ira es venido”.
Apocalipsis 6:16, 17
.
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