Página 118 - La Verdad acerca de los Angeles (1997)

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La Verdad acerca de los Angeles
tencia como nación, el objeto especial de la enemistad de Satanás,
y éste se había propuesto causar su destrucción. No podía hacerles
daño mientras los hijos de Israel fueran obedientes a Dios; por lo
tanto había dedicado todo su poder y astucia para inducirlos a pecar.
Seducidos por sus tentaciones, habían transgredido la ley de Dios
y, habiéndose separado así de la Fuente de su fuerza, se les había
dejado caer presa de sus enemigos paganos. Fueron llevados en
cautiverio a Babilonia, y permanecieron allí muchos años.
Sin embargo, el Señor no los abandonó. Les envió sus profetas
con reproches y amonestaciones. El pueblo despertó, vio su cul-
pabilidad, se humilló delante de Dios, y volvió a él con verdadero
arrepentimiento. Entonces el Señor le envió mensajes de aliento,
declarando que le libraría del cautiverio y le devolvería su favor.
Esto era lo que Satanás quería resueltamente impedir. Un remanente
de Israel había vuelto ya a su patria, y Satanás estaba tratando de
inducir a las naciones paganas, que eran sus agentes, a destruirlo
completamente...
El sumo sacerdote no puede defenderse a sí mismo ni a su pueblo
de las acusaciones de Satanás. No sostiene que Israel esté libre de
culpas. En sus andrajos sucios, que simbolizan los pecados del
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pueblo, que él lleva como su representante, está delante del ángel,
confesando su culpa, señalando, sin embargo, su arrepentimiento y
humillación, fiando en la misericordia de un Redentor que perdona
el pecado; y con fe se aferra a las promesas de Dios.
Entonces el ángel, que es Cristo mismo, el Salvador de los pe-
cadores, hace callar al acusador de su pueblo, declarando: “Jehová
te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te re-
prenda. ¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?”
Zacarías 3:2
.
Israel había estado durante largo tiempo en el horno de la aflicción.
A causa de sus pecados, había sido casi completamente consumido
en la llama encendida por Satanás y sus agentes para destruirlo; pero
Dios había intervenido ahora para librarle. El compasivo Salvador
no dejará a su pueblo penitente y humillado, bajo el cruel poder de
los paganos...
Al ser aceptada la intercesión de Josué, se da la orden: “Quitadle
esas vestiduras viles”. Y a Josué el ángel declara: “Mira que he
quitado de ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala...
Y pusieron una mitra limpia sobre su cabeza, y le vistieron las