Página 130 - La Verdad acerca de los Angeles (1997)

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La Verdad acerca de los Angeles
Los sacerdotes y ancianos de Jerusalén no eran tan ignorantes
acerca del nacimiento de Cristo como aparentaban. El informe de
la visita de los ángeles a los pastores había sido llevado a Jerusalén,
pero los rabinos lo habían considerado indigno de su atención. Ellos
podrían haber encontrado a Jesús, y haber estado listos para conducir
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a los magos al lugar donde naciera; pero en vez de ello, los sabios
vinieron a llamarles la atención al nacimiento del Mesías. “¿Dónde
está el rey de los judíos que ha nacido?—dijeron—. Porque su
estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle”.
Mateo 2:2
.
Entonces el orgullo y la envidia cerraron la puerta a la luz. Si los
informes traídos por los pastores y los magos habían de ser acepta-
dos, eso colocaba a los sacerdotes y rabinos en una posición poco
envidiable, pues desmentía su pretensión de ser exponentes de la
verdad de Dios. Esos sabios maestros no querían rebajarse a recibir
instrucciones de aquellos a quienes llamaban paganos. No podía ser,
razonaban, que Dios los hubiera pasado por alto para comunicarse
con pastores ignorantes y gentiles incircuncisos. Resolvieron de-
mostrar su desprecio por los informes que agitaban al rey Herodes y
a toda Jerusalén. Ni aun quisieron ir a Belén para ver si esas cosas
eran así...
Los magos salieron solos de Jerusalén. Las sombras de la noche
iban cayendo cuando pasaron por las puertas, pero para gran gozo
suyo volvieron a ver la estrella, y ella los encaminó hacia Belén.
Ellos no habían recibido ninguna indicación del humilde estado
de Jesús, como la que había sido dada a los pastores... En Belén,
no encontraron ninguna guardia real para proteger al recién nacido
Rey. No le asistía ninguno de los hombres honrados por el mundo.
Jesús se hallaba acostado en un pesebre. Sus padres, campesinos sin
educación, eran sus únicos guardianes...
“Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y
postrándose, lo adoraron”.
Mateo 2:11
. Bajo el humilde disfraz de
Jesús, reconocieron la presencia de la divinidad.—
El Deseado de
Todas las Gentes, 43-45
.
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Después de cumplida su misión, los sabios tenían el propósito
de retornar a Jerusalén y compartir con Herodes las buenas nuevas
acerca del éxito de su jornada. Pero Dios envió a sus ángeles para
cambiar sus planes. En visiones de la noche les fue dicho claramente
que no regresaran a ver a Herodes. Los sabios obedecieron a los