Página 146 - La Verdad acerca de los Angeles (1997)

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La Verdad acerca de los Angeles
vehementemente: “¿Qué tienes con nosotros, Jesús, Hijo de Dios?
¿Has venido acá para atormentarnos antes de tiempo?”
Mateo 8:29
...
En la ladera de una montaña no muy distante pacía una gran piara
de cerdos. Los demonios pidieron que se les permitiese entrar en
ellos, y Jesús se lo concedió. Inmediatamente el pánico se apoderó
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de la piara. Echó a correr desenfrenadamente por el acantilado, y sin
poder detenerse en la orilla, se arrojó al lago, donde pereció.
Mientras tanto, un cambio maravilloso se había verificado en los
endemoniados. Había amanecido en sus mentes. Sus ojos brillaban
de inteligencia. Sus rostros, durante tanto tiempo deformados a
la imagen de Satanás, se volvieron repentinamente benignos. Se
aquietaron las manos manchadas de sangre, y con alegres voces los
hombres alabaron a Dios por su liberación... Ahora estos hombres
estaban vestidos y en su sano juicio, sentados a los pies de Jesús,
escuchando sus palabras y glorificando el nombre de Aquel que los
había sanado.—
El Deseado de Todas las Gentes, 304-305
.
Sanamiento del muchacho endemoniado
Fue traído el muchacho y, al posarse los ojos del Salvador sobre
él, el espíritu malo lo arrojó al suelo en convulsiones de agonía.
Se revolcaba y echaba espuma por la boca, hendiendo el aire con
clamores pavorosos.
El Príncipe de la vida y el príncipe de las potestades de las tinie-
blas habían vuelto a encontrarse en el campo de batalla... Invisibles,
los ángeles de luz y las huestes de los malos ángeles se cernían
cerca del lugar para contemplar el conflicto. Por un momento, Jesús
permitió al mal espíritu que manifestase su poder, a fin de que los
espectadores comprendiesen el libramiento que se iba a producir...
Jesús se volvió hacia el enfermo y dijo: “Espíritu mudo y sordo,
yo te mando, sal de él, y no entres más en él”.
Marcos 9:25
. Se oyó
un clamor y se produjo una lucha intensísima. El demonio, al salir,
parecía estar por quitar la vida a su víctima. Luego el mancebo quedó
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acostado sin movimiento y aparentemente sin vida. La multitud
murmuró: “Está muerto”. Pero Jesús le tomó de la mano y, alzándole,
le presentó en perfecta sanidad mental y corporal a su padre. El padre
y el hijo alabaron el nombre de su libertador.—
El Deseado de Todas
las Gentes, 395-396
.