Página 166 - La Verdad acerca de los Angeles (1997)

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La Verdad acerca de los Angeles
de Jesús. Otra voz se dirigió a ella: “Mujer, ¿por qué lloras? ¿A
quién buscas?” A través de sus lágrimas, María vio la forma de un
hombre, y pensando que fuese el hortelano dijo: “Señor, si tú lo has
llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré”.
Pero ahora, con su propia voz familiar, Jesús le dijo: “¡María!”
Entonces supo que no era un extraño el que se dirigía a ella y, vol-
viéndose, vio delante de sí al Cristo vivo. En su gozo, se olvidó que
había sido crucificado. Precipitándose hacia él, como para abrazar
sus pies, dijo “¡Raboni!” Pero Cristo alzó la mano diciendo: “No me
toques, porque aún no he subido a mi Padre”.
Juan 20:11-17
.
Jesús se negó a recibir el homenaje de los suyos hasta tener la
seguridad de que su sacrificio era aceptado por el Padre. Ascendió a
los atrios celestiales, y de Dios mismo oyó la seguridad de que su
expiación por los pecados de los hombres había sido amplia, de que
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por su sangre todos podían obtener vida eterna...
Después que hubo ascendido al Padre, Jesús apareció a las otras
mujeres diciendo: “¡Salve! Y ellas, acercándose, abrazaron sus pies,
y le adoraron. Entonces Jesús les dijo: No temáis; id, dad las nuevas
a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán”.
Mateo
28:9-10
.—
El Deseado de Todas las Gentes, 733-736
.
Otras apariciones después de la resurrección
Hacia el atardecer del día de la resurrección, dos de los discípulos
se hallaban en camino a Emaús, pequeña ciudad situada a unos doce
kilómetros de Jerusalén... Habían oído las nuevas de esa mañana, de
que el cuerpo de Cristo había sido sacado de la tumba, y también el
informe de las mujeres que habían visto a los ángeles y se habían
encontrado con Jesús. Volvían ahora a su casa...
No habían progresado mucho en su viaje cuando se les unió
un extraño, pero estaban tan absortos en su lobreguez y desaliento,
que no le observaron detenidamente. Continuaron su conversación,
expresando los pensamientos de su corazón... Mientras hablaban de
los sucesos que habían ocurrido, Jesús anhelaba consolarlos... Pero
primero debía darles lecciones que nunca olvidaran...
Empezando con Moisés... Cristo expuso en todas las Escrituras
las cosas concernientes a él... Razonando sobre la base de la profecía,