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La Verdad acerca de los Angeles
Espíritu y el poder de Dios, lo hacían con el mismo espíritu que
actuaba en este emisario de Satanás.
Los apóstoles soportaron esta oposición por varios días; entonces
Pablo, bajo la inspiración del Espíritu de Dios, ordenó al espíritu
malo que dejara la mujer. Satanás había sido enfrentado y reprendido.
El inmediato silencio de la mujer testificó que los apóstoles eran
siervos de Dios, que los demonios los reconocían como tales, y
que habían obedecido su orden. Cuando la mujer fue desposeída del
espíritu malo y restaurada a su propio control, sus amos se alarmaron
por su negocio. Vieron que toda esperanza de ganar dinero mediante
sus adivinaciones y predicciones se había esfumado. Percibieron
además, que si a los apóstoles se les permitía continuar su obra, su
propia fuente de ingresos pronto terminaría.—
Sketches From the
Life of Paul, 74-75
.
Después de haber sido librada del espíritu malo, la mujer se
convirtió en una seguidora de Cristo. Sus amos, viendo que su
esperanza de ganancias se esfumaba, prendieron a Pablo y Silas y los
trajeron ante las autoridades, acusándolos de alborotar la ciudad. El
alboroto ahora se produjo; la multitud se levantó contra los discípulos
y las autoridades ordenaron que los prisioneros fueran azotados.—
The Review and Herald, 29 de junio de 1905
.
“Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel,
mandando al carcelero que los guardase con seguridad”.
Hechos
16:23
. Habiendo recibido tal orden, el carcelero los llevó a la celda
más interior y aseguró sus pies con cepos. Pero los ángeles de Dios
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les habían acompañado hasta dentro de la prisión.—
Spiritual Gifts
1:95-96
.
Los apóstoles sufrieron extrema tortura por causa de la penosa
posición en que fueron dejados, pero no murmuraron. En vez de eso,
en la completa oscuridad y desolación de la mazmorra, se animaron
el uno al otro con palabras de oración, y cantaban alabanzas a Dios
por haber sido hallados dignos de sufrir oprobio por su causa... Con
asombro, los otros presos oyeron las oraciones y los cantos que
salían de la cárcel interior.—
Los Hechos de los Apóstoles, 174
.
Aunque los hombres habían actuado cruel y vengativamente,
y las autoridades habían mostrado una negligencia criminal en el
cumplimiento de sus solemnes responsabilidades, Dios no se había
olvidado de mostrar misericordia a sus siervos sufrientes. Un ángel