Página 209 - La Verdad acerca de los Angeles (1997)

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Los ángeles en la crisis final
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pasada por nada que sus ojos mortales hayan contemplado hasta el
momento. Entonces sus seguidores engañados prorrumpen en un
grito de victoria: “¡Cristo ha venido por segunda vez! ¡Cristo ha
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venido! Ha elevado sus manos como lo hacía al estar en la tierra, y
nos ha bendecido”...
Los santos miran con asombro. ¿También ellos serán engañados
y adorarán a Satanás? Cerca de ellos hay ángeles de Dios. Se oye
una voz clara, firme, musical: “Mirad hacia arriba”.
Había un solo objeto de interés para los que oraban: la sal-
vación final y eterna de sus almas. Este objeto estaba ante ellos
constantemente: esa vida inmortal que les fue prometida a los que
perseverasen hasta el fin. Oh, cuán fervientes han sido sus deseos.
El juicio y la eternidad estaban a la vista. Por la fe sus ojos estaban
fijos en el trono deslumbrante, ante el cual han de comparecer los
que están vestidos de túnicas blancas. Esto los contuvo de ceder al
pecado...
Un esfuerzo más, y se materializará el último engaño de Satanás.
El oye el incesante ruego de que Cristo venga para que los libre.
Su última estrategia es personificar a Cristo y hacerles pensar que
sus oraciones han sido contestadas.—
Eventos de los Últimos Días,
168-169
.
Participación de los ángeles en el decreto universal de muerte
Si los hombres tuviesen la visión del cielo, verían compañías de
ángeles poderosos en fuerza estacionados en torno de los que han
guardado la palabra de la paciencia de Cristo. Con ternura y simpatía,
los ángeles han presenciado la angustia de ellos y han escuchado
sus oraciones. Aguardan la orden de su jefe para arrancarlos del
peligro. Pero tienen que esperar un poco más. El pueblo de Dios
tiene que beber de la copa y ser bautizado con el bautismo. La misma
dilación que es tan penosa para ellos, es la mejor respuesta a sus
oraciones. Mientras procuran esperar con confianza que el Señor
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obre, son inducidos a ejercitar su fe, esperanza y paciencia como no
lo hicieron durante su experiencia religiosa anterior...
Los centinelas celestiales, fieles a su cometido, siguen vigilando.
Por más que un decreto general haya fijado el tiempo en que los ob-
servadores de los mandamientos puedan ser muertos, sus enemigos,