Página 212 - La Verdad acerca de los Angeles (1997)

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La Verdad acerca de los Angeles
poco inferior al Hijo de Dios. Presenta un contraste notable con los
hombres de las generaciones posteriores; en este respecto se nota la
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gran degeneración de la raza humana. Pero todos se levantan con la
lozanía y el vigor de eterna juventud... La forma mortal y corruptible,
desprovista de gracia, manchada en otro tiempo por el pecado, se
vuelve perfecta, hermosa e inmortal. Todas las imperfecciones y
deformidades quedan en la tumba.—
Seguridad y Paz en el Conflicto
de los Siglos, 702-703
.
El mayor don de Dios es Cristo... El murió por nosotros, y fue
resucitado por nosotros, para que nosotros nos levantemos de la
tumba para estar en la gloriosa compañía de los ángeles del cielo,
para encontrarnos con nuestros amados y para reconocer sus rostros,
porque la semejanza a Cristo no destruye la propia imagen de los
redimidos, sino que la transforma a la gloriosa imagen del Salvador.
Cada santo que tenga aquí relaciones de familia reconocerá a cada
uno allá.—
Mensajes Selectos 3:361
.
Los justos vivos son mudados “en un momento, en un abrir y ce-
rrar de ojos”.
1 Corintios 15:52
. Ala voz de Dios fueron glorificados;
ahora son hechos inmortales, y juntamente con los santos resucita-
dos son arrebatados para recibir a Cristo su Señor en los aires. Los
ángeles “juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un
extremo del cielo hasta el otro”.
Mateo 24:31
. Santos ángeles llevan
niñitos a los brazos de sus madres.—
Seguridad y Paz en el Conflicto
de los Siglos, 703
.
Cuando los niñitos se levantan inmortales de su lecho de polvo,
inmediatamente vuelan hacia los brazos de sus madres. Se reúnen
otra vez para no separarse más. Pero muchos de estos pequeños no
tienen una madre allí. Esperábamos escuchar la canción de triunfo de
esas madres, pero en vano. Los ángeles reciben a los pequeños huér-
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fanos y los conducen al árbol de la vida.—
The Youth’s Instructor, 1
de abril de 1858
.
Amigos, a quienes la muerte tenía separados desde largo tiempo,
se reúnen para no separarse más, y con cantos de alegría suben juntos
a la ciudad de Dios.
En cada lado del carro nebuloso hay alas, y debajo de ellas,
ruedas vivientes; y mientras el carro asciende las ruedan gritan:
“¡Santo!” y las alas, al moverse gritan: “¡Santo!” y el cortejo de los
ángeles exclama: “¡Santo, santo, santo, es el Señor Dios, el Todopo-