218
La Verdad acerca de los Angeles
horno. Los elementos se disuelven con calor abrasador, la tierra
también y las obras que hay en ella están abrasadas.
Malaquías 4:1
;
2 Pedro 3:10
. La superficie de la tierra parece una masa fundida, un
inmenso lago de fuego hirviente...
Los impíos reciben su recompensa... Algunos son destruidos
como en un momento, mientras otros sufren muchos días. Todos
son castigados “conforme a sus hechos”. Habiendo sido cargados
sobre Satanás los pecados de los justos, tiene éste que sufrir no sólo
por su propia rebelión, sino también por todos los pecados que hizo
cometer al pueblo de Dios. Su castigo debe ser mucho mayor que el
de aquellos a quienes engañó. Después de haber perecido todos los
que cayeron por sus seducciones, el diablo tiene que seguir viviendo
y sufriendo. En las llamas purificadoras, quedan por fin destruidos
los impíos.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 728-731
.
Por una vida de rebelión, Satanás y todos los que se unen con
él se colocan de tal manera en desarmonía con Dios que la misma
presencia de él es para ellos un fuego consumidor. La gloria de
Aquel que es amor los destruye.—
El Deseado de Todas las Gentes,
712-713
.
[299]
Todo el universo habrá visto la naturaleza y los resultados del
pecado. Y su destrucción completa que en un principio hubiese
atemorizado a los ángeles y deshonrado a Dios, justificará entonces
el amor de Dios y establecerá su gloria ante un universo de seres
que se deleitarán en hacer su voluntad, y en cuyos corazones se
encontrará su ley.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos,
558
.
El fuego que consume a los impíos purifica la tierra. Desaparece
todo rastro de la maldición. Ningún infierno que arda eternamente
recordará a los redimidos las terribles consecuencias del pecado.
Sólo queda un recuerdo: nuestro Redentor llevará siempre las
señales de su crucifixión. En su cabeza herida, en su costado, en
sus manos y en sus pies se ven las únicas huellas de la obra cruel
efectuada por el pecado.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los
Siglos, 732
.
El pecado es algo misterioso, inexplicable. No hay razón para
su existencia. Intentar explicarlo, sería tratar de encontrar una ra-
zón para justificar su aparición. El pecado comenzó en un universo
perfecto, lo cual lo hace inexcusable y lo muestra en toda su pecami-