El origen del mal
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Lucifer ganó la simpatía de algunos de sus compañeros sugi-
riéndoles pensamientos de crítica hacia el gobierno de Dios. Esa
mala semilla fue esparcida de una manera sumamente seductora; y
después de que brotó y se arraigó en la mente de muchos, recogió
las ideas que él mismo había sembrado primero en la mente de otros,
y las presentó ante las cortes más excelsas de ángeles como los pen-
samientos de otras mentes contra el gobierno de Dios.—
Comentario
Bíblico Adventista 4:1165
.
Al principio Lucifer había encauzado sus tentaciones de tal ma-
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nera que él mismo no se comprometía. A los ángeles a quienes no
pudo atraer completamente a su lado los acusó de ser indiferentes
a los intereses de los seres celestiales. Acusó a los ángeles leales
de estar haciendo precisamente la misma labor que él hacía. Su
política era confundirlos con argumentos sutiles acerca de los de-
signios de Dios. Cubría de misterio todo lo sencillo, y por medio
de astuta perversión ponía en duda las declaraciones más claras de
Jehová. Y su elevada posición, tan íntimamente relacionada con el
gobierno divino, daba mayor fuerza a sus pretensiones.—
Historia
de los Patriarcas y Profetas, 21-22
.
El primer intento por derribar la ley de Dios, hecho entre los
inmaculados habitantes del cielo, pareció por algún tiempo coronado
de éxito. Un inmenso número de ángeles fue seducido.—
Historia de
los Patriarcas y Profetas, 342
.
El gobierno de Dios no sólo incluía a los habitantes del cielo
sino también a los de todos los mundos creados. Satanás pensó que
si él podía arrastrar a las inteligencias celestiales en su rebelión,
también podía hacerlo con los seres de otros mundos.—
The Review
and Herald, 9 de marzo de 1886
.
En un aspecto, y por algún tiempo, Satanás sacó ventaja sobre
los ángeles del cielo y aún sobre Dios mismo. Mientras él podía
usar del fraude y la sofistería para cumplir sus objetivos, Dios no
habría de usarlos... Lucifer se enmascaró en un manto de falsedad, y
por un tiempo fue imposible quitarle la máscara para que se viera la
deformidad escondida de su carácter. Fue necesario esperar que él
revelara sus propias obras malvadas, astutas y crueles.—
The Spirit
of Prophecy 4:319
.
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