Página 40 - La Verdad acerca de los Angeles (1997)

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La Verdad acerca de los Angeles
Dios no podía: el engaño y el fraude.—
The Review and Herald, 9
de marzo de 1886
.
La acción subversiva era tan sutil que no podía hacérsela aparecer
delante de la hueste celestial como lo que en realidad era... Este
estado de cosas existió por largo tiempo antes de que Satanás fuera
desenmascarado y se expulsara a los rebeldes.—
Comentario Bíblico
Adventista 4:1165
.
[43]
En su gran misericordia, Dios soportó por largo tiempo a Lucifer.
Este no fue expulsado inmediatamente de su elevado puesto, cuando
se dejó arrastrar por primera vez por el espíritu de descontento, ni
tampoco cuando empezó a presentar sus falsos asertos a los ángeles
leales. Fue retenido aún por mucho tiempo en el cielo. Varias y
repetidas veces se le ofreció el perdón con tal de que se arrepintiese
y se sometiese.—
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos,
549-550
.
El espíritu de descontento y desafecto no se había conocido
antes en el cielo. Era un elemento nuevo, extraño, misterioso e
inexplicable. Lucifer mismo, al principio, no entendía la verdadera
naturaleza de sus sentimientos; durante algún tiempo había temido
dar expresión a los pensamientos y a las imaginaciones de su mente;
sin embargo no los desechó. No veía el alcance de su extravío. Para
convencerlo de su error, se hizo cuanto esfuerzo podían sugerir la
sabiduría y el amor infinitos. Se le probó que su desafecto no tenía
razón de ser, y se le hizo saber cuál sería el resultado si persistía en
su rebeldía. Lucifer quedó convencido de que se hallaba en el error.
Vio que “justo es Jehová en todos sus caminos, y misericordioso
en todas sus obras” (
Salmos 145:17
), que los estatutos divinos son
justos, y que debía reconocerlos como tales ante todo el cielo.
De haberlo hecho, podría haberse salvado a sí mismo y a muchos
ángeles. Aún no había desechado completamente la lealtad a Dios.
Aunque había abandonado su puesto de querubín cubridor, si hubie-
se querido volver a Dios, reconociendo la sabiduría del Creador y
conformándose con ocupar el lugar que se le asignó en el gran plan
de Dios, habría sido restablecido en su puesto. Había llegado el mo-
mento de hacer una decisión final; él debía someterse completamente
[44]
a la divina soberanía o colocarse en abierta rebelión. Casi decidió
volver sobre sus pasos, pero el orgullo no se lo permitió.—
Historia
de los Patriarcas y Profetas, 18-19
.