38
La Verdad acerca de los Angeles
tanto él como ellos habían ido demasiado lejos para volver atrás,
y que estaba dispuesto a afrontar las consecuencias, pues jamás se
postraría para adorar servilmente al Hijo de Dios; que el Señor no
los perdonaría, y que tenían que reafirmar su libertad y conquistar
por la fuerza el puesto y la autoridad que no se les había concedido
voluntariamente.—
La Historia de la Redención, 16-17
.
En lo que concernía a Satanás mismo, era cierto que ya había
ido demasiado lejos en su rebelión para retroceder. Pero no ocurría
lo mismo con aquellos que habían sido cegados por sus engaños.
Para ellos el consejo y las súplicas de los ángeles leales abrían una
puerta de esperanza; y si hubiesen atendido la advertencia, podrían
haber escapado del lazo de Satanás. Pero permitieron que el orgullo,
el amor a su jefe y el deseo de libertad ilimitada los dominasen por
completo, y los ruegos del amor y la misericordia divinos fueron
finalmente rechazados.—
Historia de los Patriarcas y Profetas, 20-21
.
[46]
Los ángeles se presentan ante el padre
Se convocó a toda la hueste angélica para que compareciera ante
el Padre, a fin de que cada caso quedase decidido. Satanás manifestó
con osadía su descontento porque Cristo había sido preferido antes
que él. Se puso de pie orgullosamente y sostuvo que debía ser igual
a Dios y participar en los concilios con el Padre y comprender sus
propósitos. El Señor informó a Satanás que sólo revelaría sus secre-
tos designios a su Hijo, y que requería que toda la familia celestial,
incluido Satanás, le rindiera una obediencia absoluta e incuestiona-
ble; pero que él (Satanás) había demostrado que no merecía ocupar
un lugar en el cielo. Entonces el enemigo señaló con regocijo a sus
simpatizantes, que eran cerca de la mitad de los ángeles, y exclamó
“¡Ellos están conmigo! ¿Los expulsarás también y dejarás semejan-
te vacío en el cielo?” Declaró entonces que estaba preparado para
hacer frente a la autoridad de Cristo y defender su lugar en el cielo
por la fuerza de su poder, fuerza contra fuerza.—
La Historia de la
Redención, 18
.
El gran usurpador siguió justificándose hasta el mismo fin de
la controversia en el cielo. Cuando se dio a saber que, con todos
sus secuaces, iba a ser expulsado de las moradas de la dicha, el
jefe rebelde declaró audazmente su desprecio de la ley del Creador.