Página 69 - La Verdad acerca de los Angeles (1997)

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Los ángeles en la era patriarcal
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una vez había prohibido. Abrahán salió de su tienda y miró hacia el
sereno resplandor del firmamento despejado, y recordó la promesa
que se le había hecho casi cincuenta años antes, a saber, que su
simiente sería innumerable como las estrellas. Si se había de cumplir
esta promesa por medio de Isaac, ¿cómo podía ser muerto? Abrahán
estuvo tentado a creer que se engañaba... Recordó a los ángeles
que se le enviaron para revelarle el propósito de Dios acerca de
la destrucción de Sodoma, y que le prometieron este mismo hijo
Isaac. Fue al sitio donde varias veces se había encontrado con los
mensajeros celestiales, esperando hallarlos allí otra vez y recibir más
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instrucción; pero ninguno de ellos vino en su ayuda.—
Historia de
los Patriarcas y Profetas, 143-145
.
Todo el día esperó la llegada de un ángel que viniera a bende-
cirlo y confortarlo o, tal vez, a revocar el mandato de Dios; pero
no apareció ningún mensajero de misericordia... Un segundo día
concluyó y llegó otra noche de vigilia dedicada a humillarse y a orar.
Entonces, al tercer día, comenzó el viaje.—
The Signs of the Times,
1 de abril de 1875
.
En el sitio indicado construyeron el altar, y pusieron sobre él
la leña. Entonces, con voz temblorosa, Abrahán reveló a su hijo el
mensaje divino. Con terror y asombro Isaac se enteró de su destino;
pero no ofreció resistencia... Participaba de la fe de Abrahán, y con-
sideraba como un honor el ser llamado a dar su vida en holocausto a
Dios...
Por fin se dicen las últimas palabras de amor, derraman las últi-
mas lágrimas, y se dan el último abrazo. El padre levanta el cuchillo
para dar muerte a su hijo, y de repente su brazo es detenido. Un ángel
del Señor llama al patriarca desde el cielo: “Abrahán, Abrahán”. El
contesta en seguida: “Heme aquí”. De nuevo se oye la voz: “No
extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya
conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu
único”.
Génesis 22:11-12
...
Dios dio a su Hijo para que muriera en la agonía y la vergüenza.
A los ángeles que presenciaron la humillación y la angustia del Hijo
de Dios, no se les permitió intervenir como en el caso de Isaac. No
hubo voz que clamara: “¡Basta!” El Rey de la gloria dio su vida para
salvar a la raza caída...
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