Página 105 - La Voz

Basic HTML Version

El discernimiento en el reproche
101
Diatribas y juramentos
—Gran parte de la felicidad de la vida,
depende de nuestra conducta y acciones hacia otros. No se deben
pronunciar palabras hirientes. Las palabras apasionadas deben ser
suprimidas en el amor de Jesucristo; si el alma no se limpia de
estas impurezas, no hay esperanza de vida eterna. El temperamento
egoísta y la diatriba de palabras apasionadas, están en la misma lista
negra de los juramentos.—
Carta 6a, 1893
.
Pensar y hablar mal
—No hay nada que Cristo necesite tanto,
como agentes que sientan la necesidad de representarlo. Pensar y
hablar mal son ruinosos para el alma.—
Manuscrito 8a, 1888
.
Las palabras irritantes
—Dios desea que sus palabras sean para
dar vida. No deben hablarse palabras que produzcan irritación. Por
más provocado que se sienta, contenga las palabras que fomenten el
mal en otro corazón. El habla es un gran talento; y Dios desea que
cada uno de ustedes alcance la norma de la semejanza a Cristo. Que
cada palabra que pronuncie, sea para bendecir y elevar.—
Manuscrito
65, 1901
.
La crítica a los demás
—Muchas veces, tenemos la gran tenta-
[160]
ción de hablar de cosas que no beneficiarían, ni al que habla ni al que
escucha, pero que traerían mal e insensibilidad a ambos. Nuestro
tiempo de prueba es demasiado breve para gastarlo en recrearnos,
en las faltas de los demás.—
Testimonies for the Church 4:135
.
Labios santificados
—El hombre verdaderamente convertido,
no siente inclinación a pensar o hablar de las faltas de los demás.
Sus labios están santificados, y como testigo de Dios, testificará de
la gracia de Cristo que ha transformado su corazón... Solamente
entrarán en el cielo, aquellos que hayan vencido la tentación de
pensar o hablar mal.—
Hijos e Hijas de Dios, 350
.
Caníbales modernos
—Los que se alimentan con lo que es el
Pan de Vida, la Palabra del Dios viviente, y se deleitan ellos mis-
mos con la médula y la grosura de las extraordinarias promesas de
Dios, no pronunciarán discursos difamatorios, que son verdadero
canibalismo. Mediante Jesucristo, el alma está en comunión con los
ángeles del cielo, y no puede tener deseos de gozarse en la charla
tonta, sentarse a la mesa con los difamadores (caníbales). Jesucris-
to hará que sus hijos, “obreros juntamente con él”, sean piadosos,
bondadosos, benevolentes, y llenos de actividad.—
Carta 14a, 1893
.