Página 106 - La Voz

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La Voz: Su Educación y Uso Correcto
Semillas de sospecha y desconfianza
—Los que temen a Dios
y creen la verdad, guardan sus labios. Determinen no hablar palabras
que perjudiquen la causa de Dios, o den una mala representación de
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la obra que se está haciendo, en cualquiera de sus instituciones. Sean
cuidadosos, de no hablar palabras que tienten a alguien a retirar la
confianza y las palabras de ánimo que debieran expresar, a los que
están siendo severamente probados, y quienes, quizás, han estado
trabajando desde el amanecer hasta el anochecer para cumplir con
sus muchos deberes, hasta que les parece que, debido a la tensión,
la mente les va a explotar. Muchas veces, en ocasiones tales, hacen
falsas impresiones en la mente acerca de dichos obreros, por medio
de palabras crueles, llenas de conjeturas o suposiciones. Las semillas
de la sospecha y la desconfianza, como las del cardo, se esparcen al
viento, y nunca se pueden reunir de nuevo.—
Manuscrito 94, 1904
.
Palabras que el Espíritu Santo puede aprobar
—El amor de
Dios en el corazón, siempre nos guiará a hablar palabras bondadosas.
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor
no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca
lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia,
mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera,
todo lo soporta. El amor nunca deja de ser”.
Debiéramos recordar esto. Si el amor de Dios está en nuestro
corazón, no pensaremos el mal, no seremos fácilmente molestados,
no daremos rienda suelta a la pasión, sino demostraremos que esta-
mos uncidos con Cristo, y que el poder refrenador de su Espíritu nos
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induce a hablar palabras, que él puede aprobar. El yugo de Cristo es
el freno del Espíritu Santo, y cuando nos sintamos acalorados por
la pasión, digamos ‘NO; yo tengo a Cristo a mi lado, y no lo voy a
avergonzar con mis palabras violentas y apasionadas’.—
Manuscrito
73, 1897
.
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