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La Voz: Su Educación y Uso Correcto
ben, pero son pocos los que pueden seguirlos. Hay peligro de que
los tales planten la semilla de verdad a tal profundidad, que el tierno
brote no pueda salir nunca a la superficie. Aun las verdades más
esenciales y manifiestas, las que de por sí son claras y llanas, pueden
estar de tal modo encubiertas, por las palabras que parezcan oscuras
y confusas.—
Obreros Evangélicos, 178
.
Las palabras de Cristo eran fácilmente comprensibles
—En
vista de todo lo que está ante el creyente, su devoción debe ser
“siempre abundante”. El debe trabajar por las almas con toda su
[185]
inteligencia y su poder. No debe esforzarse por la elocuencia y los
honores, sino por una vida sencilla y un lenguaje sencillo. Cristo no
necesitaba explicar ninguna de las palabras que pronunciaba. Todas
eran sencillas y comprendidas, por la persona más simple.—
The
Review and Herald, 7 de enero de 1909
.
Las mentes varían de acuerdo a temperamento, educación
y hábitos de pensamiento
—Las mentes humanas varían. Las men-
tes que difieren en educación y pensamiento, reciben impresiones
diferentes de las mismas palabras, y es difícil que, por medio del
lenguaje, una persona le dé a otra, de diferente temperamento, edu-
cación y hábitos de pensamiento, exactamente las mismas ideas, en
cuanto a lo que es claro y nítido en su propia mente. Sin embargo,
para los hombres honrados y de mentalidad recta, puede ser tan
simple y claro como para transmitir su significado para todos los
fines prácticos.—
Mensajes Selectos 1:21
.
La mayor elocuencia
—Debéis ser el instrumento por medio
del cual Dios habla al alma. Se os recordarán cosas preciosas, y
con el corazón rebosante del amor de Jesús, hablaréis palabras de
vital interés e importancia. Vuestra sencillez, y vuestra sinceridad
constituirán vuestra mayor elocuencia, y en los libros del cielo se
registrarán vuestras palabras como oportunas, semejantes a una
corriente de influencia celestial.—
Hijos e Hijas de Dios, 276
.
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Que cada palabra sea esencial, que instruya y alumbre
—En
el congreso celebrado en 1898 en Queensland, recibí instrucciones
para los obreros bíblicos. En las visiones de la noche, parecía que los
pastores y obreros estaban en una reunión donde se estaban dando
lecciones de la Biblia. Dijimos: “Hoy tenemos entre nosotros al Gran
Maestro” y escuchábamos con interés sus palabras. El dijo: “Hay
una gran obra que hacer delante de ustedes en este lugar. Necesitaréis