Página 125 - La Voz

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La importancia del tema
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siempre con gracia”, “para que dé gracia a los oyentes”.—
Palabras
de Vida del Gran Maestro, 270, 271 (PP), 235, 236 (ACES)
.
El descuido de la educación de la voz
—La cultura y el uso
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debido de la voz son grandemente descuidados, aun por personas de
inteligencia y actividad cristiana. Hay muchos que leen o hablan en
voz tan baja o de un modo tan rápido, que no puede entendérseles
fácilmente. Algunos tienen una pronunciación apagada e indistinta,
otros hablan en tonos agudos y penetrantes, que resultan penosos
para los que oyen. Los textos, los himnos, los informes y otras cosas
presentadas ante asambleas públicas, son a veces leídos de tal manera
que no se entienden, y a menudo su fuerza y poder impresionante
quedan destruidos.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 270 (PP),
234, 235 (ACES)
.
El deber del maestro
—Debe enseñarse el cultivo de la voz, en
la clase de lectura; y en otras clases el maestro debe insistir en que
los alumnos hablen distintamente, y usen palabras que expresen con
claridad y vigor sus pensamientos. Debe enseñárseles a emplear sus
músculos abdominales al respirar y hablar. Esto hará que los tonos
sean más plenos y claros.—
Consejos para los Maestros Padres y
Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 207
.
Un tema fundamental de educación
—Cuando la locución, la
lectura, la escritura y la ortografía, ocupen su lugar legítimo en
nuestras escuelas, se verá un gran progreso. Estas materias han sido
descuidadas, porque los maestros no han reconocido su valor. Pero
son más importantes que el latín y el griego. No digo que sea malo
estudiar el latín y el griego, pero sí que es malo descuidar las materias
que constituyen el fundamento de la educación, para recargar la
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mente con el estudio de esas materias superiores.—
Consejos para
los Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana,
208
.
La melodía de la voz
—Los que adquieren ideas correctas acer-
ca del cultivo de la voz, verán la necesidad de educarse y prepararse
para honrar a Dios, y beneficiar a otros. Se colocarán bajo maestros
pacientes y eficientes, y aprenderán a leer con voz melodiosa. Con
el sincero deseo de glorificar a Dios, sacarán el mejor partido de su
capacidad natural. Una vez que tengan el dominio de sus propias
facultades, no se verán estorbados por defectos del habla, y acrecen-