Página 157 - La Voz

Basic HTML Version

La sencillez y la claridad
153
os remontéis demasiado arriba, a donde no puedan seguiros, sino
dad la verdad punto tras punto, lenta y distintamente, presentando
unos pocos puntos esenciales, y entonces esa verdad será como un
clavo fijado en un lugar seguro, por el Maestro de ensamblaje. Si os
detenéis cuando debéis hacerlo, no dándoles a la vez más de lo que
pueden comprender y aprovechar, estarán ansiosos de oir más, y así
el interés será sostenido.—
El Evangelismo, 133
.
[241]
Cuestiones vitales fácilmente comprendidas
—Nuestros mi-
nistros debieran procurar presentar la verdad, de la manera más
favorable. Hasta donde sea posible, hablen todos las mismas cosas.
Sean los discursos sencillos y traten de cuestiones vitales que se
puedan entender fácilmente.—
Mensajes Selectos 1:197
.
Facilidades adecuadas para alcanzar a la gente
—Ministros,
en sus discursos no se eleven tan alto que la gente no pueda en-
tender lo que ustedes dicen. Se me ha indicado que nos elevamos
demasiado en nuestra representación de la verdad bíblica. Perdemos
mucho porque no empleamos la sencillez de la verdadera santidad.
Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para capacitarnos para
alcanzar las almas a nuestro alrededor, pero las reformas que se
hicieron en los días de Cristo, como resultado de la presentación del
evangelio son raras hoy. Necesitamos el poder convertidor de Dios
en nuestros corazones para enseñarnos sencillez en palabras y en
obras.—
Manuscrito 85, 1909
.
Palabra de Dios, no de hombre
—Prediquen la verdad con sen-
cilla mansedumbre, recordando que no son vuestras palabras, sino
la Palabra de Dios la que se abre camino al corazón.—
The Review
and Herald, 13 de junio de 1912
.
El alimento a su tiempo, con sencillez y sinceridad
Presentad la verdad tal como se encuentra en Jesús, con toda man-
sedumbre y humildad, es decir con sencillez y sinceridad, dando
el alimento a su debido tiempo, y a cada persona su porción de
[242]
comida.—
El Evangelismo, 317
.
La sencillez de los hijos de Dios
—Los hombres y las mujeres
vagan en medio de las tinieblas del error. Desean saber qué es verdad.
Decídselo, no con lenguaje presuntuoso, sino con la sencillez de los
hijos de Dios.—
El Colportor Evangélico, 102
.
[243]