Página 159 - La Voz

Basic HTML Version

La pureza del lenguaje
155
Palabras sabias y santas
—Cuando la voz del Señor dice: “¿A
quién enviaré? ¿Quién irá de nuestra parte?” el Espíritu divino pone
en los corazones la respuesta: “Aquí estoy, envíame a mí”.
Isaías
6:8
. Pero tengan presente, que un carbón vivo del altar debe primero
[245]
tocar sus labios. Entonces las palabras que hablen serán palabras
sabias y santas. Entonces tendrán la sabiduría, para saber lo que
deben o no deben decir. No tratarán de revelar su habilidad como
teólogos. Tendrán cuidado de no despertar un espíritu combativo o
excitar el prejuicio, introduciendo puntos controversiales de doctrina.
Encontrarán suficiente de qué hablar que no levante oposición, sino
que abra el corazón para desear un conocimiento más profundo de
la Palabra de Dios.—
Testimonies for the Church 6:325
.
No deben decirse palabras al azar
—Los representantes de
Dios en la tierra debieran estar en comunión diaria con él. Sus
palabras debieran ser seleccionadas, su discurso acertado. Las pala-
bras al azar, usadas con frecuencia por ministros que no predican el
evangelio con sinceridad, debieran ser desechadas para siempre.—
Testimonies for the Church 2:707
.
Los discursos deben ser acertados
—Conviene a cada ministro
de Cristo usar palabras acertadas, que no puedan ser condenadas.—
Testimonies for the Church 2:709
.
La preparación de los estudiantes como oradores públicos
Los estudiantes deben estar calificados, para hablar de manera acep-
table delante de las congregaciones; y por lo tanto, deben instruirse a
sí mismos para usar un lenguaje puro y sencillo, y seguir los mejores
métodos de la oratoria. Debe prestarse mucha atención a la práctica
[246]
de leer con una voz clara y profunda, y una pronunciación precisa,
dando a cada palabra el énfasis debido...
Todos pueden comunicar, si quieren, las sencillas pero grandio-
sas verdades en relación con la misión y la obra de Cristo. Si buscan
diariamente al Señor en oración ferviente, entenderán cómo ir al
encuentro de la gente como lo hacía Cristo, adaptando la instrucción
a sus variadas circunstancias y comprensión. Las lecciones espiritua-
les, en relación con el reino de Dios, deben ilustrarse por las cosas
naturales con las que sus oyentes están familiarizados. Entonces,
a medida que se ven día tras día estos objetos naturales, la lección
de verdad se repetirá en la mente.—
The Review and Herald, 4 de
octubre de 1898
.
[247]