Página 171 - La Voz

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Ni palabras ásperas ni espíritu de contienda
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la verdad y permita que él lleve adelante el poder y el principio de
reforma; pero no obremos de acuerdo con nuestro impulso personal.
¿Qué bien se puede lograr, castigando con denuncias a las almas
que están en tinieblas? Los que no tienen el conocimiento de la
verdad, los que están ciegos y descarriados, fuera de su juicio, no
entienden lo que eso significa. Hable la verdad con amor. Deje que la
ternura de Cristo llegue al alma. No haga referencia especial a lo que
los oponentes dicen, sino que sólo se hable la verdad: “Está escrito”.
La verdad cortará hasta el tuétano. No permita que su propio espíritu
y pasiones se mezclen con la verdad, como el fuego común, con la
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llama sagrada. Descubra sencillamente la Palabra en todo su carácter
impresionante.
Muchos que ahora son los más amargos oponentes de la verdad,
actúan de acuerdo con sus honestas convicciones acerca del deber,
pero ya verán la verdad y se convertirán en sus fervientes abogados.
Los que tratan de ridiculizarlos ahora, los que manifiestan hacia
ellos un espíritu de aspereza, caerán bajo la tentación, y traerán
reproche a la causa de Dios, y causarán la pérdida de almas, gracias
a su indiscreción. Muchos que salen al campo, como resultado del
llamado hecho a la hora undécima, presentarán la verdad de tal
manera, mediante la gracia de Cristo, que serán contados como los
primeros.
No debemos expresar inconsistencia. Nuestra obra consiste en
hacer avanzar la luz, inculcar ideas con un espíritu de mansedumbre
y dependencia de Dios. Tratemos de ser vencedores y recibir de
ese modo la recompensa del vencedor. Haga todo lo que pueda
para reflejar la luz, para llevar almas al conocimiento de la verdad
como es en Jesús, pero absténgase de hablar palabras irritantes y
provocadoras. Presente la verdad en toda su sencillez, porque debe
ser confesada delante de los hombres, como algo que tiene que ver
con sus intereses eternos.—
Carta 36, 1895
.
Hay que deponer la armadura de combate
—Hay que deponer
la armadura de combate, el espíritu combativo. Si actuamos como
Cristo actuó, podremos alcanzar a los hombres donde están.—
El
Evangelismo, 184
.
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Debates inapropiados
—Tenemos el más solemne mensaje de
verdad dado alguna vez al mundo. Esta verdad está siendo cada vez
más respetada por los incrédulos, porque no admite controversia.