Página 172 - La Voz

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La Voz: Su Educación y Uso Correcto
En vista de este hecho, nuestros ministros jóvenes se vuelven con-
fiados en sí mismos y engreídos. Toman las verdades que han sido
presentadas por otras mentes, y sin estudio ni oración ferviente, se
enfrentan a los oponentes y participan en debates, complaciéndose
en discursos y ocurrencias agudas, halagándose a sí mismos de que
ésta es la obra del ministro evangélico. Para ser idóneos para la obra
de Dios, estos hombres necesitan una conversión completa, como
la que Pablo experimentó. Los ministros deben ser representantes
vivientes de la verdad que predican. Deben tener una vida espiritual
más amplia, caracterizada por una mayor sencillez.—
Testimonies
for the Church 4:446
.
Mientras más se argumente, más oposición habrá
—Muchas
veces, cuando usted intente presentar la verdad, se levantará la opo-
sición; pero si usted trata de afrontar la oposición con argumentos,
sólo los multiplicará, y no se puede permitir ese lujo. Manténgase
en lo afirmativo.—
Testimonies for the Church 9:147
.
Limitaciones al debate
—Nunca debe participar en un debate
donde haya tanto en juego, confiando en su capacidad para manejar
argumentos fuertes. Si no lo puede evitar, entre en el conflicto, pero
hágalo con una firme confianza en Dios y un espíritu de humildad,
el espíritu de Cristo, quien le ha suplicado que aprenda de él, que es
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manso y humilde de corazón. Y entonces, para glorificar a Dios y
ejemplificar el carácter de Cristo, nunca debiera tomar ventaja ilegal
de su oponente. Deje afuera el sarcasmo y el juego de palabras.
Recuerde que está combatiendo con Satanás y sus ángeles, así como
con el hombre.—
Testimonies for the Church 1:626
.
La suficiencia propia
—No digamos palabras ni cometamos
acciones, que puedan confirmar a alguno en la incredulidad.
Si alguien trata de arrastrar a los obreros a un debate o controver-
sia, sobre cuestiones políticas o de otra clase, no prestemos atención,
ni a la persuasión, ni al desafío. Llevemos adelante la obra de Dios
con firmeza y energía, pero con la mansedumbre de Cristo, y tan que-
damente como sea posible. Que no se oigan jactancias humanas. No
se deje ver rastro de suficiencia propia. Que no se deje ver que Dios
nos ha llamado a desempeñar cometidos sagrados; prediquemos
la palabra, seamos diligentes, ardientes y fervientes.—
Testimonios
Selectos 4:306
.