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La brevedad
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feliz. Si es mucho lo que se tiene que decir, es mejor decirlo bre-
vemente, y con más frecuencia. Unas pocas palabras interesantes
de vez en cuando, serán mejores que decirlas todas de una vez. Los
discursos largos, son una carga para las mentes pequeñas de los ni-
ños. Cuando se les dice mucho, se verán inclinados a detestar hasta
las instrucciones espirituales, así como comer en exceso recarga el
estómago y disminuye el apetito, haciendo inclusive que se deteste
el alimento. La mente se puede hartar con demasiada perorata. El
trabajo en la iglesia, pero especialmente a favor de los jóvenes, de-
biera ser línea sobre línea, y precepto tras precepto, un poquito allá,
y otro poquito allí. Hay que dar tiempo a la mente para digerir las
verdades, con las cuales se la alimenta. Los niños deben ser atraídos
al cielo, no con precipitación, sino suavemente.—
Testimonies for
the Church 2:420
.
Sólo la mejor, calidad
—Maestros, desarraigad de vuestros dis-
cursos, todo lo que no es de la calidad más alta y mejor. Mantened
delante de los alumnos solamente los sentimientos esenciales. Nun-
ca debe el médico, el ministro, el pastor o el maestro prolongar sus
discursos, hasta que el que es Alfa y Omega quede olvidado en
largos asertos, que no son del menor beneficio. Cuando esto se ha-
ce, la mente se ahoga en una multitud de palabras, que no pueden
retenerse. Sean los discursos cortos y directos.—
Consejos para los
Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 389
.
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Maestros: pocas y bien escogidas palabras
—Maestros, visi-
taos con los miembros de vuestras clases. Orad con ellos, y enseñad-
les a orar. Enternézcase el corazón, y sean breves y sencillas pero
fervientes, las peticiones. Sean vuestras palabras pocas, pero bien
escogidas; y aprendan ellos, de vuestros labios y vuestro ejemplo,
que la verdad de Dios tiene que estar arraigada en sus corazones, o
de lo contrario, no podrán soportar la prueba de la tentación. Quere-
mos ver clases enteras de jóvenes convertirse a Dios, y crecer como
miembros útiles de la iglesia.—
Consejos sobre la Obra de la Escuela
Sabática, 139
.
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