Página 182 - La Voz

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Capítulo 45—La celeridad y el tono
Cómo corregir la celeridad en el hablar
—Hablar con celeri-
dad, puede y debe ser corregido. El maestro debe aprender diaria-
mente en la escuela de Cristo, para que pueda hablar de tal manera,
que haga la mejor y más duradera impresión en sus oyentes. Como
señalado guardián de la verdad, debe guardar los tesoros sagrados,
con toda conciencia. No está ahí para reunir solamente un número
limitado de verdades superficiales, sino para comprar el terreno, y
poder poseer el tesoro que contiene. Debe mejorar sus métodos de
trabajo, y hacer el mejor uso de los órganos de la voz. Si las pala-
bras de verdad, son suficientemente importantes para ser habladas
delante de un auditorio, son de suficiente importancia, como para
ser habladas claramente. La dirección del Espíritu nunca conduce a
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discursos confusos. El Espíritu toma las cosas de Dios, y las presenta
mediante el instrumento humano al pueblo. Dejemos entonces que
salgan de nuestros labios, de la manera más perfecta posible.—
The
Southern Work, 27 de octubre de 1903
.
Errores de volumen y velocidad
—El Señor intenta que cada
ministro alcance perfección en su obra, venciendo todo aquello que
tenga que ver con la voz, la actitud y la manera de hablar, y que pueda
disminuir su influencia. Este es su deber. “Sed, pues, perfectos”, dice
Cristo, “como vuestro Padre celestial es perfecto”.
Mateo 5:48
.
Para nosotros, es natural esperar más del ministerio de un hom-
bre, que tenga una manera de hablar, y un tono de voz atractivo, que
de aquel cuyos maneras no agradan. Dos hombres pueden tratar la
misma porción de la Escritura y presentar un testimonio completo
del evangelio; uno de ellos, puede ser un obrero de más éxito, porque
ha sido cuidadoso en vencer sus defectos de pronunciación, porque
ha aprendido a controlar su voz, no permitiendo que suba hasta un
tono agudo; el otro, puede tener un conocimiento de la Palabra, y
aun así, dejar en sus oyentes la impresión de que no es agradable.
Aparece excitado, y todo el que lo escucha quisiera que se calmara
y hablara con fervor, pero con calma y sin excitación.
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