Página 184 - La Voz

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La Voz: Su Educación y Uso Correcto
hable, haga inspiraciones profundas. Use los músculos del abdomen,
poniendo así sobre ellos, la carga que ahora está colocando en la
garganta y los pulmones.
El Señor no quiere que usted perjudique sus órganos vocales,
por un esfuerzo prolongado y continuo. Sus palabras serán mucho
más potentes, si usted da a sus pulmones más aire, y habla menos
palabras. Cuando hable, dedique tiempo a hacer inspiraciones pro-
fundas. Ponga en acción los músculos del abdomen. Párese derecho,
respire profundo, y hable sus palabras con toda la fuerza que quiera.
Yo tuve que aprender esta lección, cuando se me afectaron tanto
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la garganta y los pulmones, que no podía respirar sin sufrimiento.
Ningún ser humano me dijo lo que debía hacer para mejorar, pero
el gran Médico misionero, a quien amo y obedezco, me dijo lo que
debía hacer. Las instrucciones que me dio se las estoy dando a usted.
Fui impresionada con la importancia del cultivo de la voz, y desde
entonces, he tratado de destacar esto ante los demás... Nuestros
ministros deben hablar despacio, tomando inspiraciones de aire, y
su voz tendrá una melodía que ahora sólo tienen unos pocos, porque
no es fácil cambiar hábitos erróneos, por correctos.
Dios quiere que sus obreros traten sus órganos vocales con espe-
cial cuidado, como un don precioso dado por él. No debemos abusar
de estos órganos por exceso de trabajo. Ejerzamos mucho cuidado
en su uso. Entonces, los discursos serán más impresionantes, y los
que hablen serán capacitados, para realizar más trabajo por el Maes-
tro. Hay hombres que han ido a la tumba, porque no se esforzaron
en estar en armonía con las leyes de la naturaleza, en el uso de los
órganos vocales.
El Señor quiere, que sus mensajeros cuiden sagradamente su
salud y su fuerza. No deben sacrificar por un mal uso, los órganos que
Dios les ha dado. No debemos esforzar ningún órgano, haciéndole
llevar una carga de abuso que produzca enfermedad, y acorte la
utilidad del obrero.
El Señor mejorará su manera de hablar, si pone la carga donde
pertenece, o sea, sobre los músculos del pecho y el abdomen. La
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garganta es solamente el canal por donde fluyen las palabras. Hable
despacio, y respire profundo. Esto le permitirá emitir las palabras con
claridad y volumen, y la garganta y los pulmones serán fortalecidos,
para resistir las tendencias destructivas, en lugar de ser dañados.