Página 185 - La Voz

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La celeridad y el tono
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Es su privilegio tomar lecciones sobre la educación de la voz, si
es posible. La educación de la voz es un estudio que debe encontrar
lugar, en todas las instituciones donde se enseñe a la juventud. Este
estudio es especialmente esencial, para los que se están preparando
para trabajar como maestros o ministros. En cada estudio, debe
ocupar un lugar prominente, la importancia de hablar despacio y
claramente, colocando la carga sobre los músculos del abdomen.
Esta línea de trabajo debe constituir una especialidad en cada escuela
y colegio. Debe enseñarse a los estudiantes a pararse en forma recta,
respirar profundamente y dar el énfasis apropiado a las palabras y
las oraciones importantes.
Medite en estas sugerencias. Présteles la atención debida, porque
la preservación de su vida lo demanda. El agente humano, debe hacer
todo lo posible para conservar su salud y su fuerza. El ministro del
evangelio, debe prestar a los órganos del habla un cuidado especial,
dando a la garganta todas las ventajas posibles, para que no se irrite.
Debe dedicar tiempo a descansar. Entonces, sus órganos vocales no
serán esforzados, hasta el punto de enfermarse sin remedio.
Le recomiendo que ejercite discreción. Usted habla con mucha
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prisa, y su garganta y pulmones se cansan y se irritan. El pastor
D era un hombre de gran habilidad. Yo hice todo lo que pude por
persuadirlo a que cuidara su salud, pero él no siguió mi consejo. El
decía que no podía sentirse libre para hablar, si tenía que observar las
reglas, que él sabía que eran esenciales para la salud de su órganos.
La fuerza del hábito era tan fuerte en él, que no pudo cambiar.
Cuando estaba agonizando, nos mandó a buscar a mi esposo y a
mí, para que fuéramos a orar por él. Cuando estábamos con él, dijo:
“Hermana White, si yo hubiera seguido los consejos que usted me
dio, no estaría ahora muriéndome”.—
Carta 367, 1904
.
El ruido y la prisa no son evidencia de la presencia del Se-
ñor
—Algunos ministros han caído en el error, de que no pueden
tener libertad de hablar, a menos que hablen alto y a prisa. Los ta-
les deben comprender que el hablar alto y apresuradamente, no es
evidencia de la presencia del poder de Dios. No es el poder de la
voz lo que hace una impresión duradera. Los ministros deben ser
estudiantes de la Biblia, y surtirse con razones de su fe y esperanza,
y entonces, con un completo control de la voz y los sentimientos,
deben presentarlos, de tal manera, que la gente pueda con calma