Página 208 - La Voz

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La Voz: Su Educación y Uso Correcto
Ellen G. White:
“Por supuesto. Lo he visto muchas veces. Mi
esposo adoptó el hábito de levantar a veces mucho la voz, y parecía
no poder librarse de esto. Y hay un hermano en Texas, el hermano
A, que está muriendo por lo mismo, tan ciertamente como si se
pusiera un cuchillo en la garganta. Desde que llegué aquí, he estado
pensando en eso, y debo escribirle.
Pastor Kilgore:
“Ya se lo han dicho”.
Pastor Farnsworth:
“Los hay en todas las asociaciones”.
Ellen G. White:
“En mis años jóvenes acostumbraba a hablar
muy alto. El Señor me mostró que no podría hacer una debida im-
presión sobre la gente, hablándoles en un tono antinatural. Entonces
me fue presentado Cristo, y su manera de hablar.
Había una dulce melodía en su voz. Su voz, expresada con calma
y sin prisa, alcanzaba a los oyentes. Sus palabras penetraban sus
corazones, y podían captar lo que decía, antes que se pronunciara la
siguiente oración”.—
Manuscrito 19b, 1890
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