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El camino de la salvación
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alto todas las distinciones, porque todos necesitan la misma verdad.
Todos necesitan a un Salvador crucificado y resucitado, que murió
para que todos pudiéramos ser salvos.
Presente la Palabra de Dios, como el medio de alcanzar una
fe santificada y un carácter puro. Ofrezca una salvación completa
y gratuita, no como proviniendo de usted mismo, sino de Cristo.
Muestre a sus oyentes la necesidad de regresar a la lealtad mediante
el arrepentimiento y la fe; porque todos estamos en el mismo nivel;
todos estamos condenados igualmente por la gran norma moral de
justicia. Proclame la remisión de los pecados mediante Cristo, el
único que llevó los pecados, el único que puede perdonar los pecados.
[378]
Proclame la remisión de los pecados, mediante el arrepentimiento
hacia Dios y la fe en Cristo, y Dios ratificará su testimonio. Usted
puede con toda garantía proclamar los medios por los cuales se
puede obtener un carácter santo—como lo obtuvo Enoc, mediante
Cristo Jesús.
Todos los mensajeros de Dios pueden proclamar perdón y re-
misión de pecados, mediante el nombre de Cristo, que murió para
redimir al pecador. El Señor derrama todo su favor sobre los que le
buscan con todo el corazón, y están dispuestos a seguirlo haciendo
su voluntad, entronizando a Cristo en el corazón, sembrando sus
atributos profundamente en la vida práctica. Estos tienen un motivo
que los constriñe, un amor supremo por Cristo nuestro Salvador, que
hasta pone los pensamientos en cautividad a él.—
Manuscrito 138,
1897
.
Verdades que convencen y convierten
—En todas las congre-
gaciones hay almas sobre las cuales se está moviendo el Espíritu
del Señor, y ellas necesitan ayuda, para que puedan entender lo que
deben hacer para ser salvas. Muchas veces, usted les ha presentado
grandes escenas que ellos no pueden comprender. Los que son ima-
ginativos pueden captar esos pensamientos elevados, pero para la
mayoría, esos discursos son como griego [para ellos]. Insista en las
verdades que convencen y convierten a las almas. Dios está obrando
en la carpa, no importa si los presentes son muchos o pocos.
Usted debe elevar una plegaria con toda sinceridad, para que Dios
[379]
lo guíe a impartir el alimento que cada uno necesita en el momento
debido, y para que lo ayude a no irse por encima de la sencillez
del evangelio, para insistir en temas favoritos que no iluminarán