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La Voz: Su Educación y Uso Correcto
durante cerca de dos horas. Terminada la proclamación del mensaje,
volví a quedar afónica hasta que al presentarme de nuevo ante el
público, se repitió tan singular recuperación. Me afirmaba constan-
temente en la seguridad de que cumplía la voluntad de Dios, y veía
que mis esfuerzos producían señalados resultados.—
Testimonios
Selectos 1:67
.
[434]
Recibía fuerzas del Señor
—El sábado me sentía muy débil.
Después de hablar a la gente estaba tan fatigada, que casi me desma-
yé. La gente decía que nunca antes me habían visto tan mal. Perdí
15 libras de peso en tres semanas. El domingo le supliqué al Señor
que me diera fuerzas, para dar mi testimonio ante la gente y no dudé.
Fui hacia el estrado sintiendo una gran debilidad, hablé durante una
hora y media. Cuando bajé del estrado, me sentía mucho más fuerte
que cuando me dirigí hacia él, y conservé toda la fuerza que me fue
dada en esa ocasión...
Acabo de recibir una solicitud de los hombres más influyentes
de Dunlap, banqueros, ministros y comerciantes, para que repita el
discurso sobre temperancia que presenté el domingo en la carpa, en
la Iglesia Congregacional.—
Carta 22, 1879
.
Recibía poder por el Espíritu Santo
—A veces, cuando se es-
peraba que yo hablara ante muchas personas, he sentido que me
era imposible presentarme día tras día delante de grandes congre-
gaciones. Pero he tratado de ponerme físicamente en la correcta
relación con Dios. Entonces, le he dicho: “Señor, he hecho todo lo
posible usando tus propios medios y ahora te pido que me des la
bendición especial, que sólo tú me puedes dar para sostenerme”.
Con pasos vacilantes he ido hasta la plataforma para hablar a los
allí congregados; pero tan pronto como me he presentado ante la
congregación, el Espíritu de Dios siempre ha acudido en mi ayuda
con su poder fortalecedor.
[435]
Muchas veces le decía a mi esposo, cuando aún vivía: “¡Qué
bien me haría si pudiera tener de antemano esta seguridad!”. El me
respondía: “Dios nunca ha dejado de bendecirte desde el momento
en que te levantas a hablar; cualesquiera sean tus sentimientos, debes
poner tu confianza en él, sosteniendo tu alma débil en sus promesas”.
He tratado de hacer esto. He aprendido que debemos hacer nuestra
parte, cooperando con Dios. El nos da fuerzas para cumplir nuestros
deberes.—
Manuscrito 111, 1901
.