Página 299 - La Voz

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El uso equivocado de la voz en la música
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gracia, que no se podían escuchar los acordes más suaves y argen-
tinos, más parecidos a la música angelical. Usted ha cantado más
para los hombres que para Dios.
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Cuando su voz se ha elevado en tono alto por encima de toda
la congregación, usted ha estado consciente de la admiración que
estaba provocando. Ha estado teniendo realmente un concepto tan
superior de su canto, que hasta ha pensado que debía ser remunerado
por el ejercicio de ese don.—
Manuscrito 5, 1874
.
La tendencia a los extremos
—No se debiera permitir que el
canto aparte la mente de las horas de devoción. Si hay que dejar algo
a un lado, que sea el canto. Una de las actuales tentaciones es llevar
la práctica de la música a los extremos, prestando más atención a
la música que a la oración. Por esta causa se han arruinado muchas
almas. Cuando el Espíritu de Dios está despertando la conciencia y
convenciendo de pecado, Satanás sugiere un ejercicio de canto o una
escuela de canto que, conducida con ligereza y frivolidad, hace que
la seriedad se disipe, y se apague todo deseo por el Espíritu de Dios.
De esta manera, la puerta del corazón, que está lista a ser abierta a
Jesús, se cierra y es obstaculizada con el orgullo y la terquedad, y
en muchos casos, nunca más se vuelve a abrir.
Por las tentaciones que acompañan estos ejercicios de canto,
muchos, que una vez estuvieron convertidos verdaderamente a la
verdad, han sido conducidos a separarse de Dios. Han elegido cantar
antes que orar, asistir a escuelas de canto en lugar de asistir a reunio-
nes religiosas, hasta que la verdad ya no ejerce su poder santificador
en sus almas. Esa clase de canto es una ofensa para Dios.—
The
Review and Herald, 24 de julio de 1883
.
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