Página 337 - La Voz

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Reacciones del público ante la oratoria de Elena G. de White
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Dr. I. M. Foldkam
: Aunque yo era un niño, me sentí profunda-
mente impresionado. Ella... imponía una profunda atención a todos
sus oyentes. Siempre que la escuchaba, me sobrecogía un espíritu
de reverencia, al comprender su estrecha asociación con el cielo. Su
actitud me parecía de intenso fervor.
Effie A. Fowler
: Cuando ella entró, el público se aquietó. La
atención era muy buena... Las palabras que habló permanecieron en
nuestra mente para fortalecernos y bendecirnos.
Sra. Maddox Fudge
: Me impresionó profundamente la solem-
nidad y sencillez de la ocasión. La congregación estaba tan absorta
que parecía casi hechizada. Estoy segura que el Espíritu de Dios
estaba presente... se hubiera podido escuchar la caída de un alfiler.
Todos salieron de la iglesia sin pronunciar palabra.
Zelma B. Fuller
: Me sentí emocionada, porque nunca había
escuchado antes, ni he escuchado después semejante melodía en una
voz, cuando ella dijo: “Jesús hizo girar la puerta en sus brillantes
goznes, e invitó a la gente a entrar”.
R. U. Garrett
: Mientras ella hablaba, reinaba la quietud en la
gran carpa. Me parecía que el Espíritu Santo estaba allí en gran
medida, y que ninguno de los presentes quería perderse una sola
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palabra de las que ella hablaba.
Albert Guest
: Al igual que en sus escritos, nunca he encontrado
a nadie que la iguale, en cualquier tema.
M. C. Guild
: Cuando ella invitó a los pecadores a ir adelante
y entregar su corazón al Señor, ellos acudieron. Se bautizaron 153
personas en esa ocasión.
H. K. Halladay
: Su atracción era fuerte, muy fuerte; e hizo en
mí una fuerte impresión como joven... El público permanecía muy,
muy quedo... escuchando cada palabra... Palabras muy sencillas.
Muy tranquilizadoras... se hubiera podido escuchar la caída de un
alfiler... lo cual hubiera dejado también en silencio al auditorio.
No se escuchaba ningún ruido... como si todos hubieran estado
embelesados... La influencia espiritual presente era mucha.
Sra. Hanhardt
: Yo sentía en mi joven corazón un cierto senti-
miento de reverencia, y de profundo respeto hacia ella, como vocera
del Señor. El público le prestaba una atención indivisa... Todos
sentíamos que habíamos recibido un mensaje directo del cielo. La
dueña... de donde se hospedó la hermana White... dijo que tan pronto