Página 34 - La Voz

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La Voz: Su Educación y Uso Correcto
detestar la comida. Las mentes de las personas se pueden sobrecargar
con demasiada perorata. La obra para la iglesia, pero especialmente
en favor de la juventud, debiera ser línea sobre línea, precepto tras
precepto, un poquito aquí y otro poquito allí. Proporcione tiempo a
las mentes, para digerir las verdades con las cuales las alimenta. Los
niños debieran ser atraídos al cielo, no con precipitación, sino con
suavidad.—
Testimonies for the Church 2:420
.
Cada palabra debe pronunciarse claramente
—El maestro de
la verdad debe prestar atención, a la manera en que la presenta.
Debe pronunciar cada palabra clara y distintamente, con el firme
convencimiento de llevar convicción a los corazones. Si las palabras
se amontonan unas sobre otras, se pierde la impresión que debiera
hacerse. El talento del habla necesita ser cultivado, para que la verdad
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sea hablada sin excitación, sino despaciosa y claramente, para que
no se pierda ninguna sílaba.—
The Southern Work, 27 de noviembre
1903
.
El uso correcto del lenguaje
—Una de las cualidades más esen-
ciales del maestro, es la capacidad de hablar y leer con claridad y
fuerza. El que sabe usar su idioma con fluidez y corrección, puede
ejercer una influencia mucho mayor, que el que no puede expre-
sar sus pensamientos con facilidad y claridad.—
Consejos para los
Maestros Padres y Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 207
.
Una articulación inteligente
—El maestro debería cultivar sus
facultades y el don del habla, de manera que pudiera hablar distinta-
mente, articulando en forma inteligible.—
Consejos sobre la Obra de
la Escuela Sabática, 107
.
Sencillez de las palabras de Cristo
—Los fariseos se burlaban
de Cristo; criticaban la sencillez de su lenguaje, el cual era tan
simple, que los niños, los adultos y la gente común lo escuchaban
gozosos y quedaban encantados con sus palabras. Los saduceos
también lo ridiculizaban, porque sus discursos eran tan diferentes de
los que proferían los gobernantes y escribas. Esos maestros judíos
hablaban en tono monótono, y las más sencillas y preciosas escri-
turas, resultaban faltas de interés e ininteligibles, enterradas debajo
de una multitud de tradiciones y sabiduría popular, que después
de que los rabinos hablaban, la gente sabía menos del significado
de las Escrituras, que antes de escucharlos. Había muchas almas
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hambrientas del Pan de Vida, y Jesús las alimentó con la verdad pura