Página 341 - La Voz

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Reacciones del público ante la oratoria de Elena G. de White
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Clara L. Penn
: Cuando ella habló en el antiguo tabernáculo,
había una absoluta quietud, ni siquiera se escuchaba un susurro, o
algo que llamara la atención... En ella no había ligereza. Todo era
con fervor... La hermana White siempre hablaba con quietud. Ni
siquiera recuerdo haberla escuchado alzar la voz... Recuerdo que los
presentes estaban sentados como cautivados.
George McCready Price
: Ella siempre captaba la atención in-
divisa de todo el auditorio, y todos quedábamos impresionados con
su fervor, y su sinceridad transparente.
Arthur E. Sanderson
: Recuerdo la expectativa del pueblo por
escucharla. Cuando ella hablaba, prácticamente asistía el ciento por
ciento de todos... los asistentes a los congresos campestres, y a
las sesiones de la Asociación General. Es de destacar el carácter
impresionante de la quietud absoluta que mostraban los presentes, y
su atención concentrada a cada palabra hablada—su atención fija.
Todos parecían impresionados de que el Señor estaba hablando por
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su intermedio... Ella parecía hablar como bajo la directa inspiración
del Espíritu Santo.
Frank Steunenberg
: El sábado... Ellen G. White era la oradora.
Escuchar a una mujer hablar era nuevo para mí. Mi mamá me contó
muchas veces después, que yo no le quité los ojos de encima desde
el momento en que empezó a hablar hasta que terminó. Esto era algo
fuera de lugar para mí, porque... por lo general disfrutaba de una
siesta a mitad del sermón con la cabeza recostada a su brazo. Pero
no ese día. Yo estuve fascinado durante todo el mensaje.
George A. Stevens
: Su idioma era perfecto y magnético. Ella
mantenía al auditorio hechizado. Recuerdo que cuando estaba ha-
blando ante un auditorio en Washington, vi a un abogado a quien
yo conocía sentado... con la boca abierta, recostado en el asiento de
adelante, escuchando embelesado.
Ross J. Sype
: Algo impresionante en cuanto a aquel congreso
campestre, fue la cantidad de personas no adventistas que asistieron
a todas las reuniones cuando ella (la hermana White) hablaba... y la
atención indivisa de esos no adventistas. Había algo muy destacado
en su personalidad, que hacía que no le quitaran la vista. Una cosa
era sin duda el hecho de que a pesar de su corta estatura y de ser
débil por la edad, tenía una vitalidad, y una mente tan clara.