Página 44 - La Voz

Basic HTML Version

40
La Voz: Su Educación y Uso Correcto
se verán obligados a reconocer, que los estudiantes han estado con
Jesús, y han aprendido de él.—
Consejos para los Maestros Padres y
Alumnos acerca de la Educación Cristiana, 463
.
[62]
Influencia hasta después de la muerte
—Son pocos los que
se dan cuenta, de cuánto abarca la influencia de sus palabras y
hechos. Cuán a menudo los errores de los padres, producen efectos
desastrosos sobre sus hijos, y sobre los hijos de sus hijos, mucho
después de bajar a la tumba, los protagonistas. Cada uno ejerce
cierta influencia sobre los demás, y se le tendrá por responsable
del resultado de esa influencia. Las palabras y los hechos ejercen
gran poder, y en el más allá, se verán los efectos de la existencia
que vivimos aquí. La impresión causada por nuestras palabras y
acciones, redundará seguramente en bendición o maldición para
nosotros. Este pensamiento da una pavorosa solemnidad a la vida,
y debe impulsarnos a rogar humildemente a Dios, que guíe, por su
sabiduría, nuestras palabras y acciones.—
Historia de los Patriarcas
y Profetas, 598, 599
.
Las palabras imprudentes y el destino eterno de las almas
Que nadie se aventure a hablar ligeramente de las advertencias dadas
por aquellos, cuyo deber es guardar su bienestar moral y espiritual.
Puede parecer que las palabras tienen pocas consecuencias, que pro-
ducen sólo una impresión momentánea en la mente de los oyentes.
Pero esto no es todo. En muchos casos, esas palabras encuentran una
respuesta en los corazones no santificados de jóvenes, que nunca se
han sometido a la advertencia o a la restricción. La influencia de las
palabras imprudentes, puede afectar el destino eterno de un alma. To-
da persona ejerce influencia en la vida de los demás.—
Testimonies
for the Church 4:654
.
[63]
Las palabras propiamente habladas
—El mundo está en ver-
dad, lleno de apresuramiento y de orgullo, egoísmo, avaricia y vio-
lencia; y puede parecernos que es una pérdida de tiempo el hecho
de estar siempre, a tiempo y fuera de tiempo, y en toda ocasión,
dispuestos a hablar palabras suaves, puras, elevadoras, castas y san-
tas, frente a un torbellino de confusión, apresuramiento y luchas.
No obstante, las palabras habladas apropiadamente, provenientes
de corazones y labios santificados, y sostenidas por una conducta
devota y consistentemente cristiana, serán como manzanas de oro
con figuras de plata...